InicioOpiniónUn Homenaje a Mi Padre, un Verdadero Genio de la Música

Un Homenaje a Mi Padre, un Verdadero Genio de la Música

Como su hija, hoy quiero rendir un sentido homenaje a mi amado padre, José Esteban «Chepe» Lepe.

Mi padre fue un verdadero genio artístico, un maestro de la marimba cuya técnica impecable dejaba maravillados a todos los que lo escuchaban. Pero no solo eso, también fue un talentoso cantautor, capaz de transmitir emociones profundas a través de sus letras y melodías.

Rememoro con gran sentimiento sus historias de juventud. Una de las que me contaba fue su paso por el municipio de Izabal, donde, acompañado de sus amigos del «Trío Abril», recorrían con sus guitarras y sus inigualables voces los teatros y clubes de ese lugar. Su vida no fue fácil; sin embargo, nunca se dio por vencido y, cuando digo nunca, sé por qué lo digo.

Luego contaba él que, en un festival de tríos que se llevó a cabo en el teatro municipal de Quetzaltenango, fueron los que abrieron el espectáculo del «Trío Los Panchos». Pero, según contaba mi papá, los impresionaron tanto que ellos les dijeron que se fueran a México, porque allí sí apoyaban al artista y ellos eran unos grandes cantantes. Pero mi padre apenas tenía 18 años, aunque era el mejor requintista de guitarra que existía.

Recuerdo desde niña escucharlo tocar la marimba con tanta pasión y destreza, sus dedos danzando sobre las teclas como si fueran extensiones de su alma. Y cuando componía sus propias canciones, quedaba hipnotizada por la forma en que plasmaba sentimientos en cada nota y cada verso. Él siempre nos apoyó en los sueños que teníamos.

En las olimpiadas escolares, junto a él y su marimba, representé al Colegio Encarnación Rosal en la rama de canción, y ganamos la medalla de oro con la interpretación de sus canciones. Yo, orgullosa, interpretando sus canciones. No dudo que gané porque él estaba conmigo.

Mi Chepito dejaba el alma en cada una de las teclas, porque las diseñaba, les daba un sonido, un brillo único. Pasaba horas y horas en su taller de marimbero sudando, porque decía que el hormigo debía trabajarse con el calor del mediodía y así lograr el mejor sonido posible. Con sus manos mágicas no solo hacía maravillosa música, sino que estiraba con gran fuerza el hule en las baritas de madera de Huitzitzil y así le daba la templanza necesaria a cada baqueta para que no perdiera su propia esencia. Además, tallaba en la madera verdaderas obras de arte para decorar su obra final: la marimba.

Siempre agradeceré que, a pesar de que estuvo de alta, como dicen los militares, porque no solo fue director de la marimba «La Voz de Los Altos» de la Brigada Manuel Lizandro Barrillas (hoy Centro Intercultural) por más de treinta años, él tenía un rango militar y, como tal, también le tenía que cumplir con el mismo.

Cuando fue el terremoto de 1976, lo enviaron a apoyar a los damnificados en el municipio de Tecpán y, con tristeza, años más tarde nos contaba cómo tenían que enterrar en fosas comunes a los que fallecieron debido al sismo.

Él vivió como militar el conflicto interno de nuestro país y tenía que hacer guardias de pie toda la noche con los fríos de Xela en las garitas del hoy Centro Intercultural. Pero, sobre todo, ver de cerca el dolor de los presos políticos que llegaban a ese lugar.

Como leen, no todo fue fácil en su vida, pero jamás, jamás se quejó de lo vivido. Al contrario, todos lo recuerdan como una persona gentil, solidaria, “El caballero de la sonrisa eterna”.

Y así podría llenar hojas y hojas de historias de la vida de mi Chepe Lepe, el ixtio San Juanero que con su música conoció todo el mundo, y recibió homenajes dentro y fuera del país.

Aunque ya no esté físicamente con nosotros, su legado perdurará por siempre. Hace pocos días, por medio de un acuerdo municipal, el pueblo de San Juan Ostuncalco, al cual él le compuso la melodía “Rinconcito Soñador” (hoy el himno del lugar), entre otras más, ha reconocido su grandeza al nombrar el teatro municipal “José Esteban Lepe”, como todos le decían “Chepe Lepe”. Este es un honor que lo llena de orgullo desde el cielo.

Papá Pepe, como te decían mis hijos, gracias por compartir tu don con el mundo y por ser un ejemplo de perseverancia y talento. Gracias por enseñarnos a apreciar el arte en todas sus formas. Tu espíritu y tu música vivirán eternamente en mi corazón.

Te amo y te amaré, mi ángel eterno.

Noticias

spot_img

Quetzaltenango,