La noción de refundar el Estado es un concepto que atraviesa los círculos de pensamiento del país, pero que hasta ahora no ha logrado concretarse de ninguna manera. Tanto la depuración de 1994 como la Consulta Popular de 1998 fracasaron rotundamente. Aunque Bernardo Arévalo mostraba un gran entusiasmo por impulsar una reforma de tal magnitud, es momento de ser realistas y concentrarse en dirigir el gobierno desde el poder que el pueblo le ha otorgado y que reside en el poder ejecutivo.
Mynor Hernández Fernández
El presidente Arévalo debería dejar de depender del Congreso de la República como el órgano que pueda facilitar su labor, ya que en ese entorno carece de operadores efectivos. Esto puede atribuirse a la falta de un liderazgo sólido en la bancada de Semilla o al hecho de que aún deben pagar un derecho de piso, lo que lo coloca a merced de oscuros intereses de ciertos diputados a cambio de apoyo a sus propuestas legislativas. Sin embargo, hasta el momento, parece carecer de las fichas necesarias para obtener ese respaldo.
Lo mismo sucede con sus intentos de destituir a la Fiscal, posiblemente impulsado por el respaldo popular que recibió cuando su nombramiento estaba en peligro debido a las acciones del Ministerio Público. Aunque la iniciativa presentada puede ser vista como un intento de abordar el problema, no va a contar con el respaldo de los diputados.
“La noción de refundar el Estado es un concepto que atraviesa los círculos de pensamiento del país, pero que hasta ahora no ha logrado concretarse…”
Es hora de jugar en terreno propio y desempeñar el papel que le corresponde, liderando la administración pública y contando con un presupuesto de más de cien mil millones de quetzales.
Aquí es donde el país espera que Arévalo tome las riendas. Remover a dos ministras por la percepción de que estaban adoptando prácticas del pasado debería ser parte de las acciones diarias del presidente. En este ámbito, no necesita permiso de nadie, no requiere aliados y no está limitado por cuestiones políticas.
Facilitar mecanismos para mantener a los diputados al margen de las decisiones gubernamentales sería más sencillo si aceptara la realidad de que no contará con su apoyo.
Para lograr ese objetivo, podría aprovechar el nombramiento de los nuevos gobernadores otorgándole un impulso adicional a la Secretaría Ejecutiva de la Presidencia. Creo que esta es la mejor estrategia para mantener a flote un gobierno que llegó al poder debido a circunstancias particulares y, por lo tanto, enfrenta numerosos desafíos, pero que pueden superarse si Bernardo Arévalo comprende adecuadamente la realidad actual y actúa en consecuencia.
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