Inicio500 AÑOSLa arquitectura quetzalteca: Una proposición regional contra la centralización política y cultural

La arquitectura quetzalteca: Una proposición regional contra la centralización política y cultural

El regionalismo quetzalteco de finales del siglo XIX significó, ante todo, una protesta contra la centralización excesiva que se operaba en Guatemala en los campos de la política y la cultura desde el triunfo liberal, acentuando la primacía de la capital sobre el resto de las ciudades del país. Por ello, a finales del siglo XIX, los altenses buscaron subrayar las peculiaridades geográficas, históricas y culturales de su región. En este artículo, el historiador Arturo Taracena Arriola, nos habla de la particular arquitectura de Quetzaltenango.

Las fotos tienen derechos reservados su uso sin mención del autor y fuente es un delito informático. Kolor stitching | 8 pictures | Size: 15002 x 7501 | Lens: Fisheye | RMS: 3.17 | FOV: 360.00 x 180.00 ~ 0.00 | Projection: Spherical | Color: LDR |

Arturo Taracena Arriola – l

Fotos David Pinto/laprensadeoccidente.com.gt – Fotos con derechos reservados, su uso sin mención del autor y fuente es un delito.

A los Liano

Para el ojo del espectador, la disposición de los principales edificios de la ciudad de Quetzaltenango en torno al parque central evidencia la síntesis de un estilo arquitectónico quetzalteco. ¿Por qué un estilo tan diferente al de la ciudad de Guatemala? Simplemente, como la demostración de fe en el regionalismo altense.

A finales del siglo XIX, el principal elemento pedagógico del discurso regionalista altense era el desarrollo de un programa cultural propio, asumido por la prensa y los actos privados y públicos de las “sociedades de ideas” (masonería, espiritismo, protestantismo), que reunían a la elite quetzalteca.

La vida urbana de Quetzaltenango pronto se vio dominada por las finanzas, el comercio, la construcción y los anuncios en la prensa. Los periódicos altenses dan cuenta del boom de los espacios pagados por comerciantes y banqueros locales, alemanes, italianos, chinos y franceses.

En gran medida, dicho regionalismo significaba, ante todo, una protesta contra la centralización excesiva que se opera en Guatemala en los campos de la política y la cultura desde el triunfo liberal, pero especialmente a partir del régimen de José María Reina Barrios.

Los factores que lo determinaban pasaban por el hecho que la fuerza cívica, económica y política emanaba de la centralización administrativa, lo que acentuaba la primacía de la capital sobre el resto de las ciudades del país. Por ello, a finales del siglo XIX, los altenses buscaron subrayar las peculiaridades geográficas, históricas y culturales de su región.

En esa línea, se resaltaron los materiales de construcción locales, como la piedra grisácea de sus paisajes y los materiales provenientes del extranjero, especialmente el hierro importado de Alemania. Estos simbolizaron la asociación entre cultura y progreso representada en las construcciones de la ciudad. Para lograrlo, pusieron a su disposición recursos económicos de la región (esencialmente los del café) y la producción local de energía, la cual se materializó con la presa Santa María de Zunil y movió el “Ferrocarril de Los Altos”.

Así, los altenses diseñaron una concepción urbanística propia en momentos en el que el gramo de Oro podía ser un elemento unificador de las sociedades del istmo. Tal regionalismo se enmarcaba en su decisión que el progreso se orientase hacia el desarrollo de una realidad más nacional, entendida ésta como la Nación Centroamericana. Una nación que, desde la experiencia federal, consideraban como integradora de las realidades regionales del istmo. Tal es la razón por la cual la elite altense era en su mayoría decididamente partidaria del unionismo pregonado por el liberalismo histórico centroamericano.

Las fotos tienen derechos reservados su uso sin mención del autor y fuente es un delito informático

Comparto el planeamiento de Carlos Ayala y sus colaboradores de la USAC que, a raíz de la Reforma Liberal, se inicio en Quetzaltenango un estilo arquitectónico clasicista, como símbolo de la institucionalidad republicana y del auge económico cafetalero. Pero, a mi juicio, entre el neoclasicismo asumido por los conservadores y el clasicismo adoptado por el positivismo de los liberales en la década de 1870, no hubo tiempo ni visión política para que el romanticismo se impusiese como expresión arquitectónica en la capital altense. La razón es que “orden” y el “progreso” propugnados por el positivismo estaban más acordes con el equilibrio y el universalismo impersonal defendido por las dos primeras corrientes estéticas que con la exaltación del individuo y la pasión proclamada por el romanticismo.

Paralelamente, la gran influencia de la masonería en el occidente, también marcó la inclinación con la estética altense hacia el clasicismo. Para el pensamiento masón primigenio, por encima de todo, estaba el orden. El orden universal era el referente supremo e inspiraba la aplicación del orden terrenal. De hecho, masonería, liberalismo y positivismo actúan en nombre de ese “orden”.

En arquitectura, entonces, habían 5 “ordenes” (y no artes). Estos son los 3 griegos: Dórico, Jónico y Corintio, mas dos itálicos: Toscano y Compuesto. Los mismos ornamentan la mayor parte de los edificios de piedra construidos en Quetzaltenango entre 1880 y 1935. Edificios, que a su vez, presentan lo que los críticos de arte han denominado las síntesis fría, que reúnen esos diferentes elementos arquitectónicos y decorativos.

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¿Víctimas o cómplices?

Otro factor adicional, en esa combinación arquitectónica de la forma y la idea en Los Altos, se dio con la participación de un sorprendente núcleo de artistas y profesionales italianos, algunos de los cuales eran masones. Dicho grupo -cuyos pilares eran los arquitectos Alberto Porta, Carmen Rimula, Thomas Stick Bonelli, Lorenzo Durini, Enrico Menaldo, el decorador Luigi Liutti y los escultores Desiderio Scotti y Archille Borghi, estaba marcado en el seno de una fuerte migración italiana, que llegó a Guatemala a finales del siglo XIX atraída por la política emigratoria del régimen liberal a causa de la crisis italiana, inmediatamente después de la unidad nacional.

Asimismo, resaltan dos arquitectos españoles el vasco Domingo Goicolea y el catalán Joaquín Rigalt, cuyas obras también se caracterizan por la pureza clásica de sus diseños arquitectónicos, influidos por la austeridad y el equilibrio en el diseño que el clasismo tuvo en España.

En Italia el movimiento de unidad nacional conocido como Risorgimento en el cual se habían formado la mayoría de los primeros, expresaba a su vez ese pensamiento clasicista y liberal con la idea de hacer resurgir en la península el pasado magnífico del Imperio Romano y del renacimiento, por tal razón, se comprende el papel de intermediación jugado por el grupo de artistas italianos frente a la elite altense en su búsqueda de dotar a Los Altos de un estilo estético propio, el cual no solo estaba inspirado en las reglas del clasicismo, sino también en la modernidad que el progreso industrial planeaba a finales del siglo XIX en la península itálica.

Las fotos tienen derechos reservados su uso sin mención del autor y fuente es un delito informático Kolor stitching | 8 pictures | Size: 14986 x 7493 | Lens: Fisheye | RMS: 3.16 | FOV: 360.00 x 180.00 ~ 0.00 | Projection: Spherical | Color: LDR |

Como dice Antonio Gramsci, un elemento clave para comprender el Risorgimento fue la conciencia de la “Unidad Cultural” entre los intelectuales. Este no expresaba, necesariamente, un sentimiento nacional concreto y operante, sino elementos propios a pequeñas minorías, que la mayor de las veces lo hicieron a partir de una conciencia regional difundida y compacta, asimismo, como formación de una nueva burguesía, tal movimiento impuso un nuevo ordenamiento político, como creciente toma de conciencia de problemas municipales, regionales y nacionales, el cual implicó un esfuerzo en la construcción de ferrocarriles, carreteras y puentes y planes de urbanismo, especialmente en las ciudades industriales del norte. Por ello, se dio importancia al centro comercial y cívico, con sus pasajes y agencias bancarias, como muestra de una voluntad de financiamiento compartida por el poder político y la iniciativa privada.

Arturo Taracena es guatemalteco y francés. Graduado de licenciado en Historia en la Universidad de San Carlos de Guatemala e hizo el doctorado en Historia en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, Francia, en 1982. Ha escrito libros, ensayos. 

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Tal sería también el caso de Quetzaltenango, donde el símbolo de la cultura, el progreso, la región y la nación (centroamericana), se entrelazaban. De esa forma, el hierro y los elementos repetitivos en yeso hicieron su aparición, aunque la esencia de la nueva arquitectura del centro cívico fue la piedra que los canteros indígenas extraían en la colina llamada La Pedrera.

Los libros de Actas Municipales atestiguan que la obra urbanística encabezada avanzó en sus distintas etapas y proyectos respaldada por las labores de albañilería y de talla de la piedra a cargo de los maestros Nicolás Quixtán, Enrique y Agatón Boj, quienes encabezaban desde la Sociedad El Adelanto y la Municipalidad Indígena, un importante movimiento de emergencia k’iché en la capital altense.

Las construcciones emblemáticas

Las grandes construcciones emprendidas en la ciudad, ya consolidada la revolución liberal, fueron la Penitenciaría (1872-1880), de estilo jónico elaborado por Goicolea; el palacio municipal (1881-1960), de estilo dórico, en cuya construcción y decoración intervinieron Goicolea, Rigalt, Liutti y Porta; La Municipalidad Indígena (1883), edificada con fondos indígenas, bajo la dirección del maestro Boj; el Teatro Municipal(1894-1897), cuya fachada también fue concebida en estilo corintio, diseñada por Rigalt, Durini, Stick Bonelli y Boj; el Banco de Occidente( 1902), concebido en un estilo neo renacentista, por Carmen Rimola Rubini ; el Pasaje Enríquez (1900), de estilo manierista y estructura mixta, elaborado por Porta y decorado por Liutti; la fachada del salón de honor del Instituto Nacional para Varones de Occidente de estilo corintio, diseñada igualmente por Rímola Rubini, pues había sido construido por Anselmo Valdez y Juan Francisco Muñoz entre 1872 y 1880; la sede la Logia Fénix No. 2 de estilo neoclásico, edificada en 1894, el Teatro Roma de estilo compuesto Dórico-Corintio, construido en 1931 por Guido Foronato; y finalmente, el edificio Rivera construido por D’ Amico en 1928, en estilo más próximo al arte Deco. A mi juicio, el Banco de Occidente y el Pasaje Enríquez son aquellos que marcan el punto culminante de la influencia del resurgimiento en Quetzaltenango.

Las fotos tienen derechos reservados su uso sin mención del autor y fuente es un delito informático Kolor stitching | 8 pictures | Size: 14986 x 7493 | Lens: Fisheye | RMS: 3.16 | FOV: 360.00 x 180.00 ~ 0.00 | Projection: Spherical | Color: LDR |

Sin embargo, como lo ha señalado Mumford, un problema social cultural fue que se buscó en “la forma romana”, en la griega, en la neogótica y, finalmente, en la romántica y aun en la bizantina, un medio fácil para formar una verdadera sociedad y una cultura viviente. Es decir, se apostó a “piedras decoradas, que eran símbolos vacuos de sociedades inexistentes”.  Esa vacuidad seria aún más notoria en América Latina contradicción de la que no pudo escaparse Quetzaltenango.

Los renovadores del regionalismo altense no comprendieron que en su paisaje y cultura regional lo dominante era el rostro indígena de Los Altos. De esa forma la elite altense concibió un programa político-cultural de carencia de la participación social y cultural indígena. Por tal razón, el orden también fue concebido allí para garantizar la excusión y con ello el discurso cultural termino siendo sustentador de las estructuras económicas y políticas nacidas de la Revolución de 1871 y concentradas en manos de los grandes terratenientes cafetaleros.

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Las fotos tienen derechos reservados su uso sin mención del autor y fuente es un delito informático. Kolor stitching | 8 pictures | Size: 15002 x 7501 | Lens: Fisheye | RMS: 3.17 | FOV: 360.00 x 180.00 ~ 0.00 | Projection: Spherical | Color: LDR |

Arturo Taracena Arriola – l

Fotos David Pinto/laprensadeoccidente.com.gt – Fotos con derechos reservados, su uso sin mención del autor y fuente es un delito.

A los Liano

Para el ojo del espectador, la disposición de los principales edificios de la ciudad de Quetzaltenango en torno al parque central evidencia la síntesis de un estilo arquitectónico quetzalteco. ¿Por qué un estilo tan diferente al de la ciudad de Guatemala? Simplemente, como la demostración de fe en el regionalismo altense.

A finales del siglo XIX, el principal elemento pedagógico del discurso regionalista altense era el desarrollo de un programa cultural propio, asumido por la prensa y los actos privados y públicos de las “sociedades de ideas” (masonería, espiritismo, protestantismo), que reunían a la elite quetzalteca.

La vida urbana de Quetzaltenango pronto se vio dominada por las finanzas, el comercio, la construcción y los anuncios en la prensa. Los periódicos altenses dan cuenta del boom de los espacios pagados por comerciantes y banqueros locales, alemanes, italianos, chinos y franceses.

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Los factores que lo determinaban pasaban por el hecho que la fuerza cívica, económica y política emanaba de la centralización administrativa, lo que acentuaba la primacía de la capital sobre el resto de las ciudades del país. Por ello, a finales del siglo XIX, los altenses buscaron subrayar las peculiaridades geográficas, históricas y culturales de su región.

En esa línea, se resaltaron los materiales de construcción locales, como la piedra grisácea de sus paisajes y los materiales provenientes del extranjero, especialmente el hierro importado de Alemania. Estos simbolizaron la asociación entre cultura y progreso representada en las construcciones de la ciudad. Para lograrlo, pusieron a su disposición recursos económicos de la región (esencialmente los del café) y la producción local de energía, la cual se materializó con la presa Santa María de Zunil y movió el “Ferrocarril de Los Altos”.

Así, los altenses diseñaron una concepción urbanística propia en momentos en el que el gramo de Oro podía ser un elemento unificador de las sociedades del istmo. Tal regionalismo se enmarcaba en su decisión que el progreso se orientase hacia el desarrollo de una realidad más nacional, entendida ésta como la Nación Centroamericana. Una nación que, desde la experiencia federal, consideraban como integradora de las realidades regionales del istmo. Tal es la razón por la cual la elite altense era en su mayoría decididamente partidaria del unionismo pregonado por el liberalismo histórico centroamericano.

Las fotos tienen derechos reservados su uso sin mención del autor y fuente es un delito informático

Comparto el planeamiento de Carlos Ayala y sus colaboradores de la USAC que, a raíz de la Reforma Liberal, se inicio en Quetzaltenango un estilo arquitectónico clasicista, como símbolo de la institucionalidad republicana y del auge económico cafetalero. Pero, a mi juicio, entre el neoclasicismo asumido por los conservadores y el clasicismo adoptado por el positivismo de los liberales en la década de 1870, no hubo tiempo ni visión política para que el romanticismo se impusiese como expresión arquitectónica en la capital altense. La razón es que “orden” y el “progreso” propugnados por el positivismo estaban más acordes con el equilibrio y el universalismo impersonal defendido por las dos primeras corrientes estéticas que con la exaltación del individuo y la pasión proclamada por el romanticismo.

Paralelamente, la gran influencia de la masonería en el occidente, también marcó la inclinación con la estética altense hacia el clasicismo. Para el pensamiento masón primigenio, por encima de todo, estaba el orden. El orden universal era el referente supremo e inspiraba la aplicación del orden terrenal. De hecho, masonería, liberalismo y positivismo actúan en nombre de ese “orden”.

En arquitectura, entonces, habían 5 “ordenes” (y no artes). Estos son los 3 griegos: Dórico, Jónico y Corintio, mas dos itálicos: Toscano y Compuesto. Los mismos ornamentan la mayor parte de los edificios de piedra construidos en Quetzaltenango entre 1880 y 1935. Edificios, que a su vez, presentan lo que los críticos de arte han denominado las síntesis fría, que reúnen esos diferentes elementos arquitectónicos y decorativos.

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Asimismo, resaltan dos arquitectos españoles el vasco Domingo Goicolea y el catalán Joaquín Rigalt, cuyas obras también se caracterizan por la pureza clásica de sus diseños arquitectónicos, influidos por la austeridad y el equilibrio en el diseño que el clasismo tuvo en España.

En Italia el movimiento de unidad nacional conocido como Risorgimento en el cual se habían formado la mayoría de los primeros, expresaba a su vez ese pensamiento clasicista y liberal con la idea de hacer resurgir en la península el pasado magnífico del Imperio Romano y del renacimiento, por tal razón, se comprende el papel de intermediación jugado por el grupo de artistas italianos frente a la elite altense en su búsqueda de dotar a Los Altos de un estilo estético propio, el cual no solo estaba inspirado en las reglas del clasicismo, sino también en la modernidad que el progreso industrial planeaba a finales del siglo XIX en la península itálica.

Las fotos tienen derechos reservados su uso sin mención del autor y fuente es un delito informático Kolor stitching | 8 pictures | Size: 14986 x 7493 | Lens: Fisheye | RMS: 3.16 | FOV: 360.00 x 180.00 ~ 0.00 | Projection: Spherical | Color: LDR |

Como dice Antonio Gramsci, un elemento clave para comprender el Risorgimento fue la conciencia de la “Unidad Cultural” entre los intelectuales. Este no expresaba, necesariamente, un sentimiento nacional concreto y operante, sino elementos propios a pequeñas minorías, que la mayor de las veces lo hicieron a partir de una conciencia regional difundida y compacta, asimismo, como formación de una nueva burguesía, tal movimiento impuso un nuevo ordenamiento político, como creciente toma de conciencia de problemas municipales, regionales y nacionales, el cual implicó un esfuerzo en la construcción de ferrocarriles, carreteras y puentes y planes de urbanismo, especialmente en las ciudades industriales del norte. Por ello, se dio importancia al centro comercial y cívico, con sus pasajes y agencias bancarias, como muestra de una voluntad de financiamiento compartida por el poder político y la iniciativa privada.

Arturo Taracena es guatemalteco y francés. Graduado de licenciado en Historia en la Universidad de San Carlos de Guatemala e hizo el doctorado en Historia en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París, Francia, en 1982. Ha escrito libros, ensayos. 

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Los libros de Actas Municipales atestiguan que la obra urbanística encabezada avanzó en sus distintas etapas y proyectos respaldada por las labores de albañilería y de talla de la piedra a cargo de los maestros Nicolás Quixtán, Enrique y Agatón Boj, quienes encabezaban desde la Sociedad El Adelanto y la Municipalidad Indígena, un importante movimiento de emergencia k’iché en la capital altense.

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Las grandes construcciones emprendidas en la ciudad, ya consolidada la revolución liberal, fueron la Penitenciaría (1872-1880), de estilo jónico elaborado por Goicolea; el palacio municipal (1881-1960), de estilo dórico, en cuya construcción y decoración intervinieron Goicolea, Rigalt, Liutti y Porta; La Municipalidad Indígena (1883), edificada con fondos indígenas, bajo la dirección del maestro Boj; el Teatro Municipal(1894-1897), cuya fachada también fue concebida en estilo corintio, diseñada por Rigalt, Durini, Stick Bonelli y Boj; el Banco de Occidente( 1902), concebido en un estilo neo renacentista, por Carmen Rimola Rubini ; el Pasaje Enríquez (1900), de estilo manierista y estructura mixta, elaborado por Porta y decorado por Liutti; la fachada del salón de honor del Instituto Nacional para Varones de Occidente de estilo corintio, diseñada igualmente por Rímola Rubini, pues había sido construido por Anselmo Valdez y Juan Francisco Muñoz entre 1872 y 1880; la sede la Logia Fénix No. 2 de estilo neoclásico, edificada en 1894, el Teatro Roma de estilo compuesto Dórico-Corintio, construido en 1931 por Guido Foronato; y finalmente, el edificio Rivera construido por D’ Amico en 1928, en estilo más próximo al arte Deco. A mi juicio, el Banco de Occidente y el Pasaje Enríquez son aquellos que marcan el punto culminante de la influencia del resurgimiento en Quetzaltenango.

Las fotos tienen derechos reservados su uso sin mención del autor y fuente es un delito informático Kolor stitching | 8 pictures | Size: 14986 x 7493 | Lens: Fisheye | RMS: 3.16 | FOV: 360.00 x 180.00 ~ 0.00 | Projection: Spherical | Color: LDR |

Sin embargo, como lo ha señalado Mumford, un problema social cultural fue que se buscó en “la forma romana”, en la griega, en la neogótica y, finalmente, en la romántica y aun en la bizantina, un medio fácil para formar una verdadera sociedad y una cultura viviente. Es decir, se apostó a “piedras decoradas, que eran símbolos vacuos de sociedades inexistentes”.  Esa vacuidad seria aún más notoria en América Latina contradicción de la que no pudo escaparse Quetzaltenango.

Los renovadores del regionalismo altense no comprendieron que en su paisaje y cultura regional lo dominante era el rostro indígena de Los Altos. De esa forma la elite altense concibió un programa político-cultural de carencia de la participación social y cultural indígena. Por tal razón, el orden también fue concebido allí para garantizar la excusión y con ello el discurso cultural termino siendo sustentador de las estructuras económicas y políticas nacidas de la Revolución de 1871 y concentradas en manos de los grandes terratenientes cafetaleros.

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