En cada diciembre, mientras las ciudades se llenan de luces y los hogares elaboran sus nacimientos, millones de creyentes contemplan el pesebre —escena humilde de un niño nacido en un establo— como lo estableció la Biblia Natalis.

Rita María Aguilar/ laprensadeoccidente.com.gt
El nacimiento o pesebre es para el catolicismo, la representación viva del mayor misterio de su fe: la encarnación de Jesucristo, el Dios que decide hacerse hombre para caminar entre los pobres, iluminar la oscuridad y cambiar la historia.
En las figuras de barro, madera y otros materiales se esconde un simbolismo profundo: la Sagrada Familia, como modelo de fe; los pastores, testigos de un pueblo sencillo, y los Reyes Magos, como búsqueda universal de la verdad. Cada elemento es una pequeña teología visual que recuerda que la Navidad no comenzó en un palacio, sino en la más radical humildad.
Las fiestas de fin de año, en Guatemala traen consigo varias tradiciones. En el catolicismo, los nacimientos son parte de esas prácticas que vienen desde el tiempo de la colonia, pero su historia va más allá de la representación de la natividad del niño Dios.
Dentro del folclor guatemalteco se tiene la creencia de que los “belenes”, llamados así, fueron introducidos por el Santo Hermano Pedro de Bethancourt a mediados del siglo XVII. Sin embargo, él solamente fue el precursor, un gran impulsor de una práctica existente en tierras guatemaltecas.
Representaciones teatrales
Los nacimientos, inicialmente fueron representaciones teatrales conocidas como auto sacramental, comenta el historiador Fernando Urquizú, y cuando, en el siglo XVI, los franciscanos llegaron al Nuevo Continente para evangelizar a los pobladores, como estos no hablaban español, usaron este método para introducir la doctrina católica.
“La representación teatral franciscana nace para la enseñanza del evangelio que se hará en la temporada de Adviento, que es a fin de año, y parte originalmente 8 o 9 días antes de la Nochebuena, con la fiesta de la Virgen de la Expectación de Parto, que en ese momento era la patrona franciscana; es decir, la Virgen de los Remedios o Virgen de la O, una Virgen embarazada, cuya fiesta es el 18 de diciembre, y a partir de ahí se iniciaba un recorrido del novenario del nacimiento del niño Jesús”, remarca Urquizú.
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Mauricio Chaulón, historiador y antropólogo social, dice que, dentro de la historia cultural de Guatemala, los nacimientos son de las tradiciones centrales más relevantes que se tienen, no solo en el país sino en América Latina.
“Miguel Ángel Asturias comprende que los nacimientos dentro de la celebración son el elemento central, a pesar de que la Navidad ha tenido varios cambios a partir de las influencias de otras culturas, como la estadounidense y la europea»
Añade: «Ahora vemos muchas figuras alrededor de este que no están relacionadas con nuestro entorno, pero estos siguen siendo la pieza principal en dicha celebración”.
El académico Luis Urquizú destaca que cuando los franciscanos llegan a estas tierras se encuentran con pueblos originarios mayoritarios, en los que no es posible hacer representaciones teatrales religiosas.
Ante esta situación, la Iglesia advirtió el riesgo de que chamanes o intérpretes de figuras sagradas adquirieran un carácter mágico ajeno a la doctrina cristiana.
Por ello, decidió sustituir a las personas por imágenes de tradición cristiana, encargadas de representar de forma adecuada el espíritu sagrado.
El Concilio de Trento
El historiador explica que, en este contexto, el Concilio de Trento estableció que las imágenes debían ser decorosas y aptas para todo tipo de representación religiosa.
Esta decisión coincidió con el auge del Renacimiento y el humanismo, corrientes que resaltaron la dimensión humana de Jesucristo y su llegada al mundo.
El Concilio de Trento se celebró en Europa durante los siglos XVI y XVII y sentó las bases de la llamada Contrarreforma.
Este proceso buscó recuperar el terreno perdido frente a las iglesias protestantes surgidas a partir de las predicaciones de Martín Lutero.

En este contexto, Fernando Urquizú explica que, ante la dificultad de incorporar a la fe católica a poblaciones que no tenían conocimiento previo del Evangelio, “la Iglesia aprueba el uso de imágenes decorosas que se coloquen en los templos y sirvan como recursos didácticos para su enseñanza”.
El historiador añade que, debido a la vastedad del Imperio español, se impulsa un proceso de estandarización de ideas religiosas.
Por otro lado, San Carlos Borromeo, quien tuvo un papel central en el Concilio de Trento, elaboró el llamado “aquare ecclesiasticum”, un manual destinado a normar lo que debía estar presente en las iglesias, como parte de la enseñanza didáctica del cristianismo.
Mauricio Chaulón comenta que al momento de darse el Concilio de Trento ya se habían dado la mayoría de procesos de invasión, conquista y colonización en América, “por lo que se autoriza el uso del arte, de imágenes de Cristo, de la Virgen, santos y de Dios mismo, para promover la evangelización de manera más fuerte y, sobre todo, con la importancia que tenía España como defensora del catolicismo”.
“Pintores y escultores son autorizados para realizar este tipo de arte, y de ahí empieza a tomar una importancia fundamental el nacimiento, y recolocan en los templos estas figuras que ahora se han ido transformando”, menciona Chaulón.

“La Iglesia aprueba el uso de imágenes decorosas que se coloquen en los templos y sirvan como recursos didácticos para su enseñanza”. Fernando Urquizú.
La Biblia Natalis
Tras la alianza entre España y el papado surgen el Concilio de Lima y el Concilio Mexicano, a través de los cuales se envían los decretos del Concilio de Trento para que las autoridades locales los conozcan, y posteriormente los apliquen.
“Pedro Moya de Contreras, sexto virrey de la Nueva España y fundador del Tribunal de la Fe —recordemos que Guatemala dependía del Arzobispado de México—, ya había recibido la visita de estudiosos de las poblaciones indígenas, como el padre Toribio de Benavente, O.F.M., conocido como Motolinia, y fray Bartolomé de las Casas», explica Urquizú.
«Ellos entienden la realidad de los pueblos originarios y aceptan el Concilio, pero con la condición de que la doctrina se aplique según las necesidades de cada población. Es decir, aunque la enseñanza es la misma, pueden emplearse distintos recursos, porque cada región posee características particulares”.
Subraya que, en torno al Concilio de Trento, se crea una guía para la elaboración del nacimiento navideño. “Allí entra el papel de la Biblia Natalis, iniciada por San Ignacio de Loyola y concluida por Jerónimo Nadal”.
Así, la Biblia Natalis establece un modelo estandarizado para representar el nacimiento de Cristo: un pesebre simple, acompañado del buey y la mula, los pastores y la estrella de Belén.

Luis Urquizú añade que, desde un enfoque histórico y sociológico, “esta representación está diseñada para que cualquier persona pobre se identifique con ese modo de vida: si Cristo, siendo el rey de reyes, nació en un lugar humilde; y entonces, quien es pobre puede aceptar su condición.Es un trasfondo político. Y si alguien es rico, esa persona debe comportarse como quien da posada y ayuda a los demás”.
Se imprimieron 400 ejemplares de la Biblia Natalis, los cuales fueron distribuidos en distintos lugares del mundo. Esta obra estaba organizada de manera didáctica: incluía las celebraciones del Adviento, la Virgen María, la Anunciación y otros pasajes bíblicos, todos ilustrados y explicados en latín.
El documento establecía las directrices para elaborar las maquetas del nacimiento, pues este no fue concebido originalmente como un altar fijo, sino como una estructura variable. La Biblia Natalis detallaba cómo debían utilizarse los elementos que la componían.
Su influencia fue tan grande, que el sagrario de la Catedral de la ciudad de Quetzaltenango reproduce fielmente la portada de esta obra, tallada en plata.

La evolución del Nacimiento
El antropólogo Chaulón explica que, en aquella época, algunos cronistas religiosos mencionan la importancia de los nacimientos dentro de la Iglesia, los cuales eran llamados “belenes” o “pesebres”. El término “nacimiento” es más reciente.
“Podríamos decir que se consolida a finales del siglo XIX y, sobre todo, en el siglo XX, como parte de los procesos de evangelización, en los que la Iglesia relata la vida de Cristo y transmite dogmas y misterios por medio del arte y de las figuras”.
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Con el tiempo, los nacimientos fueron transformándose.
Urquizú señala que, en su origen, los nacimientos no permanecían estáticos, sino que funcionaban como altares móviles que se adaptaban a las tradiciones de cada país. Su presentación iniciaba con las posadas, durante las cuales las familias quebraban una piñata de siete picos —hoy conocida como la piñata mexicana—.
Esta figura simboliza la estrella que guía a los pastores hacia Belén y representa, además, la victoria sobre los siete pecados capitales con la llegada de Cristo.
24 de diciembre
Luego llega la Nochebuena, que comenzaba a las seis de la tarde del 24 de diciembre con la quema de cohetillos y la convivencia familiar o entre amigos. A la medianoche del 25 nacía el Niño Dios y daba inicio la Navidad.
Chaulón destaca que una de las tradiciones que aún se conserva consiste en dejar vacío el lugar donde irá el Niño, cubriéndolo hasta la Nochebuena.
Asimismo, algunas personas rezan las letanías a la Virgen María en agradecimiento por ser la madre del Redentor. Estas oraciones inician alrededor de las 23 horas para que la última letanía coincida con la medianoche, momento en que descubren al Niño como señal de su nacimiento.

Urquizú agrega: “La Navidad comienza a las 12. Se come tamal u otra comida preparada para la ocasión. Se celebraba la misa del gallo, llamada así porque coincidía con la hora en que los gallos cantan anunciando el inicio del 25. Era la primera misa del día”.
Después del nacimiento de Jesús, el 28 de diciembre marca la festividad del Día de los Inocentes, que con el tiempo ha perdido fuerza por las bromas de mal gusto. Luego llega el Año Nuevo, símbolo de renovación. En esta fecha, las familias colocan al Niño Dios en una sillita y le estrenan un traje nuevo, confeccionado en casa.
La vestimenta cambia según las tradiciones y las influencias culturales de cada familia. En comunidades con mayor sincretismo indígena, muchas familias visten al Niño desde el 25 de diciembre con trajes y elementos propios de la región para reforzar la identidad cultural.
En el occidente del país, por ejemplo, el sincretismo es muy rico y el niño Jesús suele portar indumentaria regional.
En cambio, en la capital o en zonas donde la presencia indígena es menor o se ha ido mestizando, la ropa del Niño suele ser más sencilla, con menos sincretismo y más influenciada por estilos europeos.

“Como parte de los procesos de evangelización, en los que la Iglesia relata la vida de Cristo y transmite dogmas y misterios por medio del arte y de las figuras”. Mauricio Chaulón.
Día de Reyes
Más tarde llega otra celebración: la proclamación de Cristo como Rey de Reyes. Entonces, al nacimiento se le incorporan los tres Reyes Magos, quienes se desplazan según sus culturas.
Baltazar, de tez oscura, representa al continente africano y llega en elefante. Gaspar, joven y de cabello castaño, viaja en camello y simboliza a Asia. Finalmente, Melchor, anciano de barba blanca, llega a caballo desde Europa. Con el paso del tiempo, la tradición unificó su llegada en camello para facilitar la representación.
Posterior al Día de Reyes está “el niño perdido y hallado en el templo”, que es cuando se da el robo del Niño, que desaparecía del Nacimiento, rezándose otra novena al niño Dios, y con ello “aparecía” (aparece en el templo) y era representado con una virgen dolorosa y un niño Jesús.
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Y para terminar el ciclo de las festividades del nacimiento llega la fiesta de la luz del mundo, conocida como el Día de Candelaria, y se desmonta el Nacimiento, explica el historiador Urquizú.
“El Nacimiento no era una cosa estática; su enseñanza está prevista en la Biblia Natalis, como una evolución de la cultura hispánica para enseñar toda la infancia de Jesús de una manera gráfica y alegre, donde las piñatas, el tamal, las manzanillas en miel; todo eso son elementos que usan tradición popular para acercarnos y cohesionar a la sociedad tan fuerte como ha llegado a nuestros días”, concluye.
En la actualidad, los nacimientos han evolucionado y ahora suelen ser más estáticos, con elementos externos y diseños elaborados según los espacios, creencias y necesidades de cada fiel. Aunque hoy constituyen una tradición profundamente arraigada, surgieron originalmente como una herramienta de evangelización y como respuesta de la Iglesia católica frente a las reformas impulsadas por Martín Lutero.



