A casi siete meses del trágico fallecimiento del niño Winderson Frank Crisly Pérez Romero, de 13 años, su memoria es honrada con la sentencia de sus dos atacantes sexuales.
José Cancinos/laprensadeoccidente.com.gt
En el Tribunal de Sentencia de Femicidio de Quetzaltenango, fueron sentenciados Arnoldo Itzep Méndez, de 31 años, apodado el “Nolo” y Jorge Robelio González Taracena, de 24, el “Chock”, a 87 y 58 años de prisión respectivamente.
El juez, Werner Sac, penalizó a Itzep Méndez por tres delitos, violación con agravación de la pena y circunstancias especiales de la agravación en concurso real; mientras que a González Taracena por los mismos delitos en dos ocasiones.
En las sentencias, el juzgador impuso el resarcimiento de Q160 mil para la madre del niño víctima, que tendrán que ser entregados cuando la sentencia quede firme.
Los hechos
El niño trabajaba como ayudante de albañil en una obra en construcción en la aldea La Estancia, San Martin Sacatepéquez, “Chile Verde”, Quetzaltenango, donde fue abusado en enero con herramientas de trabajo a manos de sus compañeros albañiles.
El juez aclaró que el niño falleció en el Hospital Regional de Occidente (HRO) a consecuencia de neumonía; la violación le provocó y lo mantuvo con mucho dolor. “Hoy más que hacer justicia honramos su memoria y damos a la familia la justicia que se merecía”, dijo el Ministerio Público.
Caso toma otro giro
Como parte de la sentencia, el juez ordenó investigar la atención que se le brindó al niño en el HRO, pues fue hasta la segunda ocasión en que llegó al nosocomio que los médicos se dieron cuenta que había sido abusado, y no en la primera ocasión cuando se presentó al hospital por un golpe en una pierna. “Si el niño víctima hubiera recibido la atención adecuada a lo mejor estuviera vivo”, sentenció Sac.
Un gran muchacho
A Winderson su mamá lo recordará siempre como un niño extrovertido, no se le dificultaba hacer amigos y relacionarse con otras personas. Le gustaba jugar después del trabajo cuando se reunía con amigos. Debió abandonar su escuela para ponerse a trabajar y apoyar económicamente a su familia desde cuando cumplió 12 años de edad; lo que ganaba su madre, lavando ropa ajena, no les alcanzaba para vivir.
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