Las máquinas con las que se trabaja en la Imprenta Franco han pasado por tres siglos y continúan siendo parte fundamental en las impresiones que se realizan día a día.
José Racancoj/La Prensa de Occidente-Fotos David Pinto (Fotos derechos reservados, no se permite su uso sin permiso)
En la ciudad de Quetzaltenango subsiste la imprenta tradicional, aquella en la que se trabaja a base de tipos sueltos y máquinas antiguas.
Y justamente a ella se dedica don Francisco Franco, propietario de Imprenta Franco, la cual se ubica en la 5a. calle de la zona 1 altense, a poco más de tres cuadras del Parque Central.
Entre máquinas antiguas, tipos, tinta y papeles, don Francisco labora día a día en su taller, realizando diversidad de trabajos de imprenta que le encargan, como tarjetas, volantes y folders para oficinas de juristas, entre otros.
Este ha sido su trabajo desde hace 48 años. Comenzó en 1975, laborando junto a su papá, don Juan Francisco Franco de León, quien era el dueño original de la Imprenta. “Me casé y tenía que trabajar, entonces mi papá me hizo la propuesta de quedarme trabajando con él y acepté. Desde antes la Imprenta ya se llamaba Franco”, recuerda.
Previo a que él comenzará a trabajar en la Imprenta el negocio ya tenía unos 15 años, por lo que la Imprenta ya supera los 60 años de fundación.
A lo largo de estos años el mayor auge que vivió el negocio fue hace unos 30 años, porque no había muchas imprentas en la ciudad. “Cuando me anexé a mi papá solo había unas 15 imprentas, ahora son más de 200. El trabajo que había antes se ha diluído con más talleres, pero a pesar de eso siempre hay trabajo, no es exagerado, pero hay y eso me mantiene vivo”, comenta.
Para él este trabajo ha sido satisfactorio, principalmente cuando el cliente queda contento. Además, “porque es uno de los pocos trabajos artesanales que no le aceptan ser analfabeta, debe saber, mínimo leer y escribir bien, porque si no le devuelven los trabajos y si tienen faltas de ortografía”.
Agregó que también ha tenido satisfacciones personales, pues este trabajo le permitió sacar adelante a su familia. Llegó a tener cuatro hijos, de los cuales tres están vivos y uno ya falleció.
Máquinas que han existido por tres siglos
En el taller de la Imprenta Franco se encuentran máquinas que han existido por tres siglos (XIX, XX y XXI). Son máquinas para imprenta Chandler, una de ellas data de 1890, mientras que la otra es incluso unos 5 años más antigua.
“Son máquinas de alta resistencia, no necesitan más que aceite para que se mantenga suave. Son de Estados Unidos”, comenta don Francisco.
Actualmente en la Imprenta Franco se trabaja con dos técnicas para imprimir. Una de ellas es con tipos manuales, es decir, que se trabaja letra por letra. Y luego de un proceso, en las que se ordena y compacta, se ingresan a las máquinas antiguas.
La segunda forma es ya con una máquina más moderna, computarizada de hecho, la cual utiliza placas de aluminio o de plástico. “Se usa más el plástico porque es más barato, la placa de aluminio es más cara. La diferencia es que el aluminio aguanta 60 mil, 30 mil o 25 mil impresiones, la plástica solo aguanta 5 mil o 6 mil hojas”, explica.
Otra diferencia entre las máquinas antiguas y la moderna, es que en la antigua el trabajo es plano, mientras que en la moderna es cilíndrico, debido a que la placa pasa entre rodillos.
Don Francisco considera que la imprenta ha evolucionado a pasos agigantados, y ahora se ven máquinas que pueden imprimir hasta 100 mil ejemplares por hora.
“Conmigo se termina la Imprenta”
A nivel personal, don Francisco considera que la Imprenta Franco terminará con él, ya que ninguno de sus hijos piensa continuar con este negocio, ya que todos son profesionales.
“Pienso que es lo último, conmigo se termina la imprenta, no creo que ninguno de mis hijos siga”, comenta don Francisco, de 70 años.
En el caso de las máquinas, estás podrían terminar en una fundición o ser parte de un museo, donde se muestre el uso que se les daba, considera.
“Uso para la posteridad no tiene, aunque hay personas que les han buscado nuevas funciones a estas máquinas, como estampar, perforar o troquelar, para que sigan trabajando. Hay que tomar en cuenta que son máquinas eternas, porque son de hierro”, señala.
La linotipia, la revolución de Mergenthaler
Ottmar Mergenthaler nació en Alemania en 1854 y emigró muy joven a Estados Unidos, donde desarrolló su carrera profesional. Fue en 1886 cuando Mergenthaler perfeccionó y comercializó el invento que estaba llamado a revolucionar el sector de las artes gráficas: la linotipia, que permitía mecanizar la composición del texto para su impresión, lo que facilita y acelera todo el proceso.
Del linotipo a la informática
El recurso litográfico vino a sustituir a la xilografía, su utilización primaria fue en las imprentas que producían libros. El primer cambio importante ocurrió en 1810, cuando el alemán Friedrich Köening inventó una prensa de rodillos (prensa plana), lo que permitió imprimir en forma continúa hasta mil 100 ejemplares en una hora.