El gremio de periodistas del país lamenta la partida de uno de sus grandes exponentes: Mario Domínguez Valiente, quien falleció dejando un legado imborrable en la crónica deportiva, la educación y la promoción de la cultura en Quetzaltenango.

Redacción/laprensadeoccidente.com.gt /fotos cortesía fotoperiodista René Merlo.
Domínguez Valiente, quien fue miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala (APG) y de la Asociación de Cronistas Deportivos de Guatemala, nació en la Ciudad Capital, pero fue en Quetzaltenango donde dejó su impronta como educador, comunicador y apasionado defensor de la cultura local.
Su carrera como periodista comenzó a forjarse en tiempos dorados de la radio y la crónica deportiva en Guatemala. Fue corresponsal de Radio Nuevo Mundo, en sus mejores años, donde compartió micrófono con figuras icónicas como Mario Arandi. Su voz y sus comentarios sobre el fútbol se convirtieron en un referente para los amantes del deporte en la región, recuerda José Álvarez, su colega periodista.
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Además de su labor en los medios, Mario fue columnista durante años del periódico El Quetzalteco, un espacio donde plasmó su visión y análisis, siempre con una mirada profunda y crítica. Su trabajo no se limitaba a la información deportiva, sino que también tenía un fuerte compromiso con el desarrollo cultural de Quetzaltenango. Fue creador de su propio proyecto, el radio periódico Vanguardia, transmitido por Radio Fraternidad, que se distinguió por su enfoque combativo y su capacidad para abordar temas de relevancia social y cultural, memorizó Álvarez.
Su vocación como educador también dejó una huella significativa. Como profesor de educación física, impulsó las olimpiadas escolares en Quetzaltenango, buscando promover el deporte y el trabajo en equipo entre los jóvenes.
Pero más allá de las actividades académicas, Mario Domínguez también se destacó por su cercanía a las grandes personalidades culturales de la ciudad. En tiempos de Germán Schell Montes, ex alcalde de Quetzaltenango, fue uno de los asesores más cercanos, trabajando con personas de gran renombre como Carlos Román Alvarado Pinto, cronista oficial de la ciudad, y Juan José Gramajo, director de la Casa de la Cultura de Occidente.
En su vida, también forjó una amistad entrañable con otros periodistas como Absalón Benjamín Cifuentes (ABC) y Constantino Figueroa Valiente, con quienes compartió innumerables horas de conversación y reflexión sobre el quehacer periodístico. De ellos, se recordará su amistad, su dedicación y, sobre todo, su enorme respeto por la profesión. Mario era un hombre exigente, pero siempre preocupado por la formación de nuevas generaciones de periodistas. “Se caracterizaba por su rigurosidad en el lenguaje, y no dudaba en corregir con cariño cualquier error, siempre con la intención de que sus colegas se formaran correctamente”, agradeció Álvarez.
Como promotor, Mario también estuvo profundamente identificado con los proyectos culturales de la ciudad. Fue un gran impulsor de las artes, el deporte y la identidad quetzalteca, contribuyendo activamente a la promoción de la riqueza cultural de su ciudad adoptiva.
De carácter afable, siempre tuvo una broma lista, y su sentido del humor se convirtió en una de sus marcas personales. A pesar de su rigurosidad profesional, su cercanía a las personas y su disposición para enseñar y compartir su conocimiento eran cualidades que lo hacían un ser humano muy querido.
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Muchos lo recordarán con cariño por esos chistes espontáneos, por su elegancia al vestir y por su amor al buen vino y el cigarro, costumbres que compartía en su círculo cercano.
Mario Domínguez Valiente fue también uno de los primeros licenciados en Ciencias de la Comunicación de la Universidad Francisco Marroquín de Quetzaltenango, lo que habla de su vocación académica y su impulso por llevar la comunicación al más alto nivel.
Hoy, Quetzaltenango y Guatemala en general pierden a un gran periodista, educador y amigo. Pero su legado perdurará en la memoria de todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo y trabajar a su lado.
Mario, con su capacidad de transmitir sabiduría y su pasión por el oficio, deja un vacío que será difícil de llenar. Descanse en paz.
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