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EN MEMORIA DEL POP WUJ

Daniel Matul Mortales

Hace más o menos unos treinta seis o quizá veinte mil años, los antepasados pobladores del continente americano se encontraban atravesando el estrecho de Bering. Al respecto los científicos están de acuerdo en que las primeras oleadas de emigrantes provenían del Asia Oriental, más precisamente de la Siberia y en dirección de Alaska. Para entonces estaba por finalizar la época del hielo que cubría la Tierra, periodo reconocido como Pleistoceno, tiempo de habitualidad diluviana en el planeta.

 

La llegada al continente llamado Abya Yala

 

El rítmico caminar de estos grupos humanos se encontraba desbordado por la esperanza de abundante caza, mejores alimentos y lugares ideales para vivir y continuar su trayectoria hacia el porvenir. Hoy sabemos que todo nuestro continente bautizado como Abya Yala, por los hermanos Cunas que habitan en Panamá y Colombia, fue poblado en su totalidad a un compás de 29 kilómetros por generación. Entonces, fueron 600 generaciones las que recorrieron los, aproximadamente, 17 mil 600 kilómetros desde Alaska al Cabo de Hornos.

 

Uno de esos grandes grupos humanos, tras milenios de viaje y por designio del destino, se asentó en el lugar que ahora conocemos como Mesoamérica, dando origen a la cultura y civilización Maya. Probablemente en aquel entonces, en el gozo de establecerse en el lugar del ensueño que sería para siempre la patria amada, iniciaron las primordiales preguntas en el seno de tan amoroso hospedaje. El inédito núcleo problemático, en el sentido de Dussel, planteaba frescas interrogantes: ¿Cómo interpretar el fundamento último del universo en nuestro novedoso contexto? ¿Qué son y cómo se comportan los fenómenos astronómicos? ¿En qué consiste el misterio de la subjetividad, el yo, la interioridad humana? ¿Cómo puede pensarse el hecho de la espontaneidad humana, la libertad, el mundo ético y social?

 

Estas interrogantes se alzaban con alegría “porque habían descubierto una hermosa tierra, llena de deleites, abundantes mazorcas amarillas y mazorcas blancas y también en pataxte y cacao, y en innumerables zapotes, anonas, jocotes, nances, matasanos, miel. Abundante de sabrosos alimentos había en aquel pueblo llamado de Paxil y Cayalá. Había alimentos de todas clases, alimentos pequeños y grandes, plantas pequeñas y plantas grandes. . .” (PopWuj)

 

El desarrollo de la escritura maya

Con el tiempo, asombrada, la cultura maya solucionó la médula de sus cuestionamientos, generando, con talento y energía, la cultura de Maíz, rica en mitos, poesía, símbolos, lenguas, narrativas, oralidad, escritura, calendarios, astronomía, estética, que han perdurado en el curso de milenios. Todo lo cual fue completamente nuevo en su inédita organización en Mesoamérica. La lengua que traían de Asia, era un código que no podía conceptualizar la intensidad de la maravilla que cotidianamente deleitaba sus pupilas y encantaba sus espíritus. Frente a esta especie de epifanía cósmica se vieron obligados a inspirar un idioma cósmico para poder dialogar y comprender aquel misterioso prodigio de la naturaleza. Tanto es así que, siglos más tarde, el reverendo padre Fray Francisco Ximénez, al aprender la lengua kiché, expresaba: “En esta lengua del Quiché son como signos naturales con tal orden y correspondencia que no hallo otra lengua más ordenada, ni aún tanto, de tal modo que me he llegado a persuadir que esta lengua es la principal que hubo en el mundo”.

 

Fue así como entre 500 o 250 años a.C. se desarrolló la escritura maya, habiendo sido realizada sobre piedra, cerámica, madera, hueso, metal, concha, jade, paredes de cavernas, muros de tumbas, mantas de algodón. Los libros, ahora, conocidos como códices, fueron elaborados de corteza de los árboles higuera silvestre y amate, recubiertos con fina pasta de cal y arena, denominada estuco. Intervinieron en su escritura filósofos, astrónomos, sociólogos, místicos, astrólogos, contadores del tiempo, médicos. Una vez concluida cada obra era depositada en grandes bibliotecas en casi todo el territorio mesoamericano. Se escribían con delicadas plumas, pinceles muy finos o palillos. Era un acto ritual que solo podían llevar a cabo personas muy especializadas, recibían el título de Aj Tz´ib: el que medita, escribe o pinta.

 

El Aj Tz´ib, necesitaba de años de aprendizaje para perfeccionar la lengua maya y los conocimientos de la cultura cósmica de la época, luego rigurosamente estudiaba historia, astronomía, medicina, pintura, desempeñando su profesión a tiempo completo. Colorear un códice no tenía propósitos decorativos. Tonos y matices eran simbólicos, siempre, relacionados con diversas energías, naturaleza y cosmos. Como el pensamiento plasmado en cada códice era totalmente colectivo, nadie se atribuía su autoría, siempre tenía el carácter de anónimo en atención de respeto por la dignidad comunitaria y a la sabiduría de la naturaleza.

 

El descubrimiento y la invasión

Luego de la perpetración de la ingrata invasión europea, por intermedio de España, setenta años después, en 1562, en Maní, Yucatán, el obispo inquisidor Diego de Landa, en uno de los actos más crueles de violencia epistémica, incineró la producción científica maya, mediante un “auto” de fe. El Dr. Felipe Meneses Tello, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, refiere que este incineró setenta toneladas de libros y, citando a Arizpe y Tostado, agrega que fueron cien mil códices los quemados. De tal criminalidad únicamente se salvaron los códices de Dresde, París, Madrid, Grolier y el Pop Wuj.

 

Fue la intelectualidad maya-kiché, que en 1550, reservándose para sí el códice pintado, ordenó su escritura, utilizando letras del alfabeto latino, para mantener la visión global de la nación maya. No obstante, su escritura gravada en piedra se encuentra en el centro arqueológico de Izapa, localizado en el Estado de Tapachula, México, muy cerca del volcán Tacaná. Fundado en el año 1500 antes de Cristo, Izapa fue centro ceremonial, político y espiritual importante de la costa del Pacífico, hay varias estelas que narran pasajes del Pop Wuj.

 

Actualmente, el Pop Wuj constituye una las obras milenarias más difundidas en el mundo.

Ha tenido amplia difusión en diferentes idiomas: castellano, francés, inglés, alemán, japonés, italiano, rumano, vietnamita y más. En carácter universal ha sido estudiado, analizado e investigado en diversas perspectivas: sociológica, astronómica, antropológica, etnográfica, simbólica, médica, arqueológica, mitológica, lingüística, psiquiátrica, geográfica y otras disciplinas. Sin embargo, su maravilla consiste en denunciar de cómo los antepasados generaron la cultura de Maíz, y de cómo organizaron su humanidad en conciencia tiempo, distinguiendo con claridad, por una parte, lo que al grupo humano le pasaba, es decir, la comprensión de su vida biológica y, por otra, la decisión de qué hacer con aquello que le pasaba al grupo humano, nos referimos a la vida biográfica de la comunidad cultural maya durante milenios.

 

El grano sagrado: el maíz

En rigor, el Pop Wuj, con primorosa poesía, comparte la forma en que, aquel grupo humano que miles de años atrás había atravesado el estrecho de Bering, alcanzaba a configurar su sentido de vida, ya en Mesoamérica, relacionando historicidad y libertad. Casi acariciando cada palabra nos narra que su sentido de vida se afianzó para siempre, en la trayectoria del maíz. Ese grano sagrado, que al decir del Dr. Julián Sagredo, del departamento de física de la Universidad Autónoma Metropolitana de México, se produce anualmente en millones de toneladas, en casi todas las latitudes del planeta, por ejemplo, los Estados Unidos Americanos trescientos cincuenta y tres; China doscientos cincuenta y cuatro; Brasil, ciento una; Unión Europea sesenta y cuatro; Argentina, cincuenta; Ucrania treinta y seis; India veintinueve.

 

Precisamente, el Pop Wuj representa la creación del universo y de la humanidad, situando la condición humana en el universo y nutriéndose de las ciencias de la tierra, de la ecología, de la biodiversidad y de la ética. En lengua kiché, POP tiene dos acepciones: una corriente o común que significa petate o estera, otra, culta, utilizada en las reflexiones intelectuales con el significado de tiempo o acontecimiento. Wuj, simboliza libro, papel, carta, escritura pública, de suerte que Pop Wuj, en traducción conceptual significa: libro del entretejido del tiempo, libro de la complejidad del tiempo.

 

Como todo libro sagrado, el Pop Wuj tiene cinco formas para su lectura e interpretación. Literal es para todo público; para el común de lectores o lectoras. Las narraciones se entienden tal como están escritas en todo el contenido del libro. El modo físico se refiere a la declaración de alguna obra de la naturaleza útil para el investigador. La forma tropológica expresa información acerca de las buenas costumbres de la época, obedece a un sentido moral y ético, es para el lector que poseen un sentido más sutil. La forma alegórica se dedica a entender diversamente lo que se escribe. La letra dice una cosa, pero puede entenderse por otra totalmente diversa. Finalmente, la interpretación anagógica. Obedece a un tipo de interpretación que guía hacia el descubrimiento de los fenómenos del espíritu, es el inicio al despertar de un sentido superior.  Aquí ya ocurre un diálogo continuo entre el lector y el Pop Wuj, esperando un nuevo espacio de encuentro y una oportunidad para la regeneración personal.

 

El Pop Wuj, relato de la humanidad

Es así como la historia del universo-tiempo-naturaleza- humanidad se entreteje a propósito de mitos dedicados a reconocer el valor de la existencia. El mito del Pop Wuj, como relato de la humanidad de maíz, constituye el fundamento de la conciencia cultural de ayer, de hoy y de mañana, revelando que el mundo, el hombre y la vida tienen un origen, una historia fabulosa, significativa, preciosa y ejemplar, siempre, proporcionando modelos de conducta y formas de modelar la realidad.

 

Justamente al conmemorar el 30 de mayo como el día en que Pop Wuj fue declarado Libro Nacional de Guatemala, es oportuno compartir su llamamiento a desprendernos de las sombras que pretenden ahogarnos en el presente, debemos alzar la mirada a las heroínas y a los héroes intelectuales que son sus pinceles espirituales, trazaron el camino de la esperanza, del amor y de la dicha, para alcanzar las estrellas no solamente con la ciencia, mejor con el corazón.

 

Xelajú, 24 de mayo de 2021.

“30 de mayo, día en que Pop Wuj fue declarado Libro Nacional de Guatemala, es oportuno compartir su llamamiento a desprendernos de las sombras que pretenden ahogarnos en el presente”

“El Pop Wuj constituye una las obras milenarias más difundidas en el mundo”

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