Mynor Hernández Fernández
Según el Observatorio de Salud Reproductiva, OSAR, en este medio año hay más de mil nacimientos en madres comprendidas en las edades de 10 a 14 años. Al llevar el dato a los 19 años, la cifra supera los 35 mil. Si la tendencia se mantiene hacia finales del año podríamos estar llegando a las 100 mil madres en este segmento de la población.
Si una niña de diez años resulta embarazada y da a luz una criatura eso debería escandalizar a la sociedad, pero hay un silencio al respecto debido a que somos muy dados a escabullirnos de los problemas escabrosos. En casi todos los casos se trata de una violación que se calla por vergüenza o porque hay un familiar cercano involucrado en el hecho delictivo a quien se decide encubrir.
La niña-madre ya no podrá disfrutar de jugar como lo hacen sus amigas y caerá sobre ella un cruel estigma que las otras niñas no están en capacidad de saber lo que es, simplemente serán presionadas a mantenerse alejadas de la amiguita que ya es madre.
Esta cruda realidad pasa por un Estado indolente y de sus gobernantes que están empecinados en reponer sus inversiones millonarias para llegar a los puestos y les importa un pepino esta tragedia. Y la anomia social también contribuye a la indiferencia porque tampoco nos gusta hablar de estos casos a los que simplemente calificamos de “muy tristes”.
Creo que el sistema de prevención y castigo debería ser reformado para que sirva de disuasivo a los agresores y para que en el círculo familiar más cercano de las niñas se tengan los elementos mínimos para identificar los signos primarios de una víctima de ataques sexuales.
La educación debería jugar su parte analizando a profundidad cómo se puede abordar la sexualidad implementando mesas de trabajo y diálogo transparentes para que luego no salgan a decir los hipócritas de siempre que se está promoviendo la promiscuidad en la juventud cuando, precisamente si los jóvenes dispusieran de esa información no estaríamos con el dramático caso de los embarazos no deseados.
Y es que los datos del OSAR habría que manejarlos desde dos ángulos. Los embarazos en niñas menores de 14 años deben ser perseguidos como una violación, sin recovecos ni ambigüedades en la legislación para castigar severamente al violador. Por encima de esa edad ya se hace necesario el tema de las campañas de información y sensibilización que deben promoverse en todos los espacios tanto públicos como privados para evitar los embarazos no deseados.
Tenemos que hacer un esfuerzo como sociedad para que esta lamentable situación no continúe ya que es una tragedia que involucra a la niña embarazada y la criatura que está por venir al mundo. Dos vidas truncadas.
“Si una niña de diez años resulta embarazada y da a luz una criatura eso debería escandalizar a la sociedad”