Las propuestas de Benevenuto Chavajay son de caracer social y con ideas originales dentro del marco de un pensamiento social y, además, con la cosmovisión propia de los pueblos indígenas, como lo afirma, sin caer en cuestiones panfletarias.
La primera conquista en la propuesta que él llama “El retorno de las almas” fue lograr que el estadio Mateo Flores cambiara de nombre al original del atleta guatemalteco, Doroteo Guamuch, se tatuo la cédula de vecindad en su espalda y gestionó con políticos en el Congreso de la República impulsando la iniciativa de ley 42-2016 para que se diera el hecho y se logró.
En un conversatorio que tuvo con la PRENSA DE OCCIDENTE en julio de 2020, Benevenuto Chavajay contó que deseaba que la silla del prócer Atanasio Tzul regresara a Totonicapán, de donde era originario el líder indígena, y que su idea era llevarla en la espalda caminando desde la capital hasta Totonicapán, por la pandemia no fue posible.
El lunes pasado, cuando el presidente Alejandro Giammattei anunciaba que prohibiría las manifestaciones de los guatemaltecos, el Ministerio de Cultura y el Ejecutivo entregan en el Palacio Nacional, la silla a los representantes de los 48 Cantones, en opinión nuestra, para congraciarse, pero les salió el tiro por la culata porque el líder de estos aguaciles, dio un discurso contestatario a las autoridades.
Las primeras rebeliones contra la corona española se dieron en 1820 bajo el mando de Atanasio Tzul y su esposa. Bajo ese fundamento, Chavajay dice que el bicentenario de la independencia fue el año pasado. Que la silla regrese a su lugar de origen es un triunfo de los pueblos mayas y un símbolo para las nuevas generaciones.