El 14 de enero del nuevo año supone una fecha clave en el Gobierno nacional para intentar explicar lo que hicieron, o intentaron hacer, y porqué es que se tiene una sensación de que estamos como hace un año sin mayores avances en las principales áreas que interesan a la ciudadanía como la seguridad, educación, salud y, por supuesto, la economía.
Mynor Hernández Fernández
Ojalá que el discurso presidencial no salga de la oficina de uno de esos burócratas de fina prosa y larga imaginación para que no suene como que Bernardo Arévalo está hablando de otro país distinto al que el pueblo le designó gobernar, tal como ha sido la constante en los últimos gobiernos. O, peor aún, que sea un informe atiborrado de datos banales como la pintura de una escuela o la pavimentación de un camino vecinal. Quisiéramos que este momento sea aprovechado para comprometerse con los grandes cambios que demanda el país y nos deje claro cuál es la hoja de ruta para lograrlo.
“La rendición de cuentas no es algo intrínseco en la gestión de los gobernantes sino debe ser inducido y exigido por la ciudadanía”
Al día siguiente, los 340 alcaldes deberán informar de su gestión en los municipios y también esperamos que sean discursos transparentes y llamando a las cosas por su nombre, no solamente quejas y mentiras piadosas para sosegar la frustración de las personas por los servicios públicos recibidos, el ordenamiento del tránsito y la gobernanza local.
Y es que la rendición de cuentas no es algo intrínseco en la gestión de los gobernantes sino casi siempre debe ser inducido y exigido por la ciudadanía. Por eso, la responsabilidad de los que estamos en la llanura es tener los ojos y oídos puestos en lo que nos digan los gobernantes nacionales y locales para saber a qué atenernos en un año en el que, por si fuera poco, suenan pasos de animal grande con el cambio de presidente en la potencia de norte que continúa siendo nuestro principal soporte económico, especialmente en lo que a montos de remesas se refiere, y no tanto en cuánto a lo que nos compran.
En el 2025 no hay forma de poner excusas por no hacer avanzar el país o el municipio porque los gobernantes tendrán más dinero que el que jamás han dispuesto, y con una desconcentración en la inversión pública impulsada por intereses de los diputados pero que de alguna forma dejarán miles de millones de quetzales para invertir en los concejos de desarrollo desde las municipalidades.
La mesa está servida, ojalá que no se les olvide que es para darle respuesta a los millones de guatemaltecos empobrecidos, porque ellos, con sus aumentos recetados, ya tienen para pasar el agua en el nuevo año.