La granja Nonno’s Pumpkins Farm en San Juan Ostuncalco cosechaba un aproximado de 12 mil libras en años anteriores, debido a las restricciones y medidas sanitarias para evitar contagios, este año se redujo a cuatro.

Stuardo Calderón / La Prensa de Occidente
Para este año, los propietarios tenían proyectado ampliar y distribuirlo más calabazas a Centroamérica, México y explorar el mercado de Europa, eran los objetivos.
Sin embargo, el brote de la pandemia frenó esta iniciativa de forma parcial, “ya que por salud”, decidieron reducir la producción, de 12 a 4 mil libras.
Regularmente en mayo se inicia la siembra y trabajo la tierra; entre septiembre y octubre se cosecha. Se contratan personas de la misma comunidad, generando así, una opción de empleo. Este año no pudieron realizar este proceso. “Mis papás (Marco Antonio Cóbar y María Antonieta Morales) ya son de la tercera edad y no quisimos exponerlos, por esto, solo decidimos trabajar la tercera parte de lo que producíamos”, dijo Antonio Cóbar, hijo de los propietarios.
Su principal clientela es la gente que llega a la granja. La fruta tiene poco tiempo de vida y cuando se les acumula entregan producto a SEGMA, empresa que vende a El Salvador; también en San Lucas Sacatepéquez y en la Antigua Guatemala.
Reinventarse
Este año planificaron cambiar el giro del negocio haciendo alimentos. “Mi mamá hace un puré de calabaza, del cual elaboramos pie, pasteles y pan de calabaza; mi hija hace galletas nutritivas, que no contienen gluten y las vende. La calabaza la vendemos a Q10 la libra. El puré vale Q25”, puntualizó.
Además de esto, fabricaron unas jaulas para conejos, las que permiten que estos se alimenten. “Son como una podadora, ya que abajo tienen libre para devorarse el pasto y luego se refugian; la ventaja de estas casitas es que se pueden transportar con facilidad”, dijo Cóbar.
“Somos orgánicos, no utilizamos ningún químico. Solo usamos el abono orgánico de las vacas, con eso se fertiliza la tierra”, finalizó.