InicioOpiniónNiñas, no esposas: La deuda pendiente con la infancia

Niñas, no esposas: La deuda pendiente con la infancia

En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, nos enfrentamos a una realidad alarmante que pone en peligro el futuro de millones de niñas en todo el mundo: el matrimonio infantil. Mientras Irak debate reducir la edad legal para el matrimonio a nueve años, Guatemala lucha por erradicar una práctica que, aunque prohibida desde 2017, persiste en las sombras de la tradición y la pobreza.

Claudia Lepe/opinion/laprensadeoccidente.com.gt

El contraste entre estas dos realidades no podría ser más marcado. Por un lado, vemos un retroceso alarmante en Irak, donde el parlamento, dominado por una coalición conservadora, está a punto de modificar una ley que alguna vez fue considerada progresista. Por otro lado, Guatemala, a pesar de haber prohibido legalmente el matrimonio infantil, sigue enfrentando desafíos enormes para hacer cumplir esta prohibición.

La propuesta en Irak no solamente permitiría el matrimonio desde los nueve años, sino que también privaría a las mujeres de derechos fundamentales como el divorcio, la custodia de los hijos y la herencia. Este retroceso es un recordatorio sombrío de que los derechos de las niñas y las mujeres están constantemente bajo amenaza, incluso en el siglo XXI.

En Guatemala, aunque la ley prohíbe el matrimonio infantil, las estadísticas siguen siendo alarmantes. El 30% de las mujeres guatemaltecas se unen antes de los 18 años, y el 10% lo hacen antes de los 15. Estas cifras revelan una realidad dolorosa: la ley por sí sola no es suficiente para cambiar prácticas profundamente arraigadas en la cultura y exacerbadas por la pobreza.

El matrimonio infantil no es solo una violación de los derechos humanos; es una sentencia de vida que condena a las niñas a ciclos interminables de pobreza, falta de educación y problemas de salud. Reduce drásticamente las oportunidades educativas, aumenta los riesgos de mortalidad materna y perpetúa la desigualdad de género.

Es crucial entender que el matrimonio infantil no es una solución a la pobreza, como algunos argumentan, sino una causa de ella. Los países con altas tasas de matrimonio infantil pierden un porcentaje significativo de su PIB (Producto Interior Bruto, es un indicador económico fundamental que mide el valor total de los bienes y servicios producidos por un país en un período determinado, generalmente un año), sin mencionar el costo incalculable en términos de potencial humano desperdiciado.

La lucha contra el matrimonio infantil requiere un enfoque integral que vaya más allá de la legislación. Necesitamos políticas públicas efectivas, programas de educación y sensibilización, apoyo económico a familias vulnerables y un fortalecimiento de los sistemas de protección. Pero, sobre todo, necesitamos un cambio cultural profundo que reconozca el valor intrínseco de cada niña y su derecho a forjar su propio destino.

Como sociedad, tenemos una deuda pendiente con la infancia. Cada niña merece la oportunidad de crecer, aprender y desarrollarse plenamente antes de asumir las responsabilidades del matrimonio y la maternidad. No podemos permitir que el retroceso en Irak se convierta en una tendencia global, ni podemos conformarnos con leyes que no se cumplen en la práctica, como en Guatemala.

Xelajú iniciará ante Mixco la lucha por el Séptima Luna

El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer debe ser un recordatorio de que la lucha por los derechos de las niñas y las mujeres es constante, y requiere de la participación de todos. No podemos llamarnos una sociedad civilizada mientras permitamos que nuestras niñas sean tratadas como mercancía o como soluciones a problemas económicos.

Necesitamos programas integrales que aborden la violencia intrafamiliar, que ofrezcan apoyo psicológico y emocional a las niñas vulnerables, y que les brinden alternativas viables para su desarrollo personal y profesional.

Es crucial que trabajemos en la autoestima y el empoderamiento de nuestras niñas desde temprana edad. Debemos enseñarles que su valor no depende de estar en una relación, y que tienen el derecho y la capacidad de forjar su propio destino.

Al mismo tiempo, es imperativo involucrar a los hombres y niños en esta lucha. Debemos educarlos sobre el respeto, la igualdad y la responsabilidad en las relaciones, sensibilizarlos a manifestar nuevas masculinidades.

El matrimonio infantil no es solo un problema legal o cultural; es un grito desesperado de ayuda de nuestras niñas. Como sociedad, tenemos la responsabilidad de escuchar ese grito y responder con acciones concretas que aborden no solo los síntomas, sino las causas profundas de esta práctica nociva.

Solo así podremos construir un futuro donde nuestras niñas puedan crecer libres, seguras y empoderadas, pero sobre todo sanas mental y emocionalmente.  capaces de tomar decisiones informadas sobre sus vidas y sus cuerpos. Es hora de comprometernos verdaderamente con esta causa, ellas ya no son el futuro son el presente.

Los alcaldes buscan apoyos en China, India, Japón, España y Francia

Noticias

spot_img

Quetzaltenango,