InicioNoticiasLa ausencia de un hijo desaparecido, dolor que perdura en la familia...

La ausencia de un hijo desaparecido, dolor que perdura en la familia Talé de Xela

Una fecha como hoy, 23 de octubre, de 2008, marcó un antes y un después en la vida de una familia quetzalteca. César Iván Talé Cotom, un joven de 25 años, fue secuestrado por la banda «Los Pitágoras».

José Cancinos/laprensadeoccidente.com.gt

A pesar de que han transcurrido 16 años desde aquel trágico día, el dolor de su ausencia sigue vivo en el corazón de su papá Oscar Talé y familia, que comparten su historia con la esperanza de que otros comprendan la magnitud de su sufrimiento.

«Es difícil describir lo que sentimos. Pareciera que fue ayer, pero el reloj no se detiene», dice con voz quebrantada.

César, quien hoy tendría 41 años, era un hijo amado, un amigo leal, y su desaparición dejó un vacío que jamás se llenará. Su padre recuerda la noche del secuestro con un dolor palpable: «Él solía llegar a casa entre las 10 y 11 de la noche. Esa noche, el sueño me atrapó y no me percaté que no entró a casa”, recuerda.

César Iván Talé.

Las primeras llamadas de pidiendo rescate llegaron junto con el amanecer del día siguiente. «Nos pidieron un millón de quetzales por su rescate. Con la ayuda de la Policía, logramos acordar Q100 mil, luego de una semana de negociación», narra. La familia se llenó de esperanza y decoró la casa con carteles que decían: «Bienvenido Iván». Sin embargo, esa noche que lo esperaban, un ensordecedor vacío se instaló en su hogar. «Nunca llegó. Fue como ofrecerle un juguete a un niño y no dárselo. Esa tristeza nos acompaña desde entonces», añade con lágrimas en los ojos, don Óscar.

Con el tiempo, la familia descubrió que sus propios vecinos de la zona 6, donde vivieron una temporada, aquellos con quienes César había compartido risas y travesuras, eran los responsables de su secuestro.

Lidia Velásquez: La mujer que sembró esperanza y cosechó futuro

«Eran amigos de la infancia. Nunca imaginamos que ellos nos harían esto. La traición duele más que la pérdida misma», comenta. A pesar que los implicados cumplen una condena de 52 años de prisión, el dolor de no saber qué pasó con su hijo persiste.

A pesar de todo, la familia de César se aferra a la fe. «Confiamos en Dios, en que un día nos dará respuestas. Él dice que no deja piedra sobre piedra, y esa es nuestra esperanza», expresa. Sin embargo, la búsqueda de su hijo ha sido infructuosa. «Hemos buscado en lugares donde nos dijeron, incluso en la Costa Sur, pero todo ha sido incierto. La esperanza de encontrar su cuerpo se ha desvanecido», confiesa.

Cada mes, el 23, su padre recuerda a su hijo. «Cuento los días, los meses, los años. Cada 23 le digo a mi familia que hoy cumple un mes más. Es una fecha inolvidable, un recordatorio de lo que hemos perdido», reflexiona. No hay celebraciones en estas fechas especiales donde se recuerda a quienes ya partieron, solo un duelo que se renueva con cada recuerdo. «No hacemos nada especial, porque el dolor es inmenso. Las lágrimas brotan sin querer», añade.

La vida ha continuado para esta familia, pero la sombra de la pérdida siempre está presente. «No se lo deseo ni a mi peor enemigo. Perder a un hijo es el dolor más grande que puede existir», sentencia.

La lucha por justicia y verdad, continúa en la familia, el amor por César jamás se apagará. A pesar de la ausencia física, su recuerdo vive en cada rincón del hogar, en cada lágrima derramada y en cada oración elevada al cielo.

El crimen y la delincuencia ha dejado cicatrices profundas en muchas familias, pero el amor de un padre y una madre por su hijo desaparecido es un testimonio de la resiliencia humana. Aunque César Iván esté ausente, su espíritu sigue vivo en el corazón de quienes lo amaron. «Siempre lo llevaremos en nuestro corazón. La esperanza está en Dios y en nadie más», concluye su familia, con una fe inquebrantable que la acompaña en su dolor.

Descubren en el país especie de murciélago que puede ayudar en el combate contra el dengue

Noticias

spot_img

Quetzaltenango,