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La silla de Atanasio Tzul es el retorno de la dignidad de un pueblo, así fue como regresó a Totonicapán

El artista Benvenuto Chavajay, oriundo San Pedro la Laguna, Atitlán, Sololá, en el programa Diálogos en Casa de la PRENSA DE OCCIDENTE dio a conocer las gestiones que hizo hace dos años para que el asiento de Atansio Tzul regresara a su pueblo.

Adrián Velásquez/laprensadeoccidente.com.gt

Chavajay es escultor, interventor de objetos, performance y pintura. Su obra ha sido parte de exposiciones y debates en Guatemala, Centroamérica, Suramérica y Estados Unidos, entre otros. Es el responsable de que la silla de Atanasio Tzul haya regresado a Toto en 2021, quien al principio tuvo la idea de irse caminando con la silla en la espalda desde la capital hasta Totonicapán.

¿Cuáles fueron sus razones para traer la silla?

Es un proyecto de años, es simbólico que tienen que ver con la identidad de los pueblos indígenas. Yo lo nombro como “El retorno de las almas”.  Es donde hay que identificar los objetos simbólicos como, por ejemplo, el estadio Doroteo Guamuch y la silla de Atanasio Tzul. Para mí, el arte es una forma de sanar, es mi deber como humano, como indígena y como maya y veo esto desde el punto de vista del arte no desde el político.  Hay que desempolvar la historia y activar la memoria con estos gestos.

¿Cómo se le ocurre la idea?

Lo inicié como en el 2010, soy de una generación de padres analfabetos, mis padres se comunicaron con las piedras y esto muy importante para nuestra cosmovisión; entonces lo que yo necesito es no es hablar con las piedras sino traducir el silencio de la piedra. Lo que yo hago es hacer la traducción del silencio de los ancestros, identifico objetos y símbolos que no están en su lugar porque si no están es porque algo pasó en la historia y para sanar la historia hay que hacer justicia y para hacerla hay que poner en la mesa lo que no está en su lugar. Como Doroteo y la silla de Atanasio Tzul, no estaban en su lugar.  Por eso pensé que había que regresar la silla.

¿Qué es la silla para usted?

Es un símbolo muy importante, inclusive tiene más sentido e importancia para mí que el estadio porque es la primera revolución de los pueblos indígenas y se hizo con indígenas; fue la primera independencia, un año antes de la independencia de los criollos (1821).

Desempolvar la historia y activar la memoria es trabajar para sanar desde los pueblos y para poder sanar nosotros como pueblos indígenas tenemos que tener una segunda oportunidad. La primera fue cuando nos quitaron las almas, cuando llegaron los españoles, nos dijeron que no teníamos alma y de ahí yo empiezo a recuperar las almas que son esos objetos como la silla de Atanasio Tzul, del por qué está en la ciudad si él fue proclamado rey en 1820 y es una fecha histórica que nadie recuerda porque los criollos han puesto la atención en 1821. Esto realmente nos perjudica como pueblos originarios y por eso tenemos que ponerle importancia a nuestra identidad.

“Desempolvar la historia y activar la memoria es trabajar para sanar desde los pueblos y para poder sanar nosotros como pueblos indígenas tenemos que tener una segunda oportunidad”, dice Chavajay quien además se tatúo la silla.

¿Qué significa que esté en Toto?

La devolución de la silla es el retorno de la dignidad de un pueblo, no solo de los pueblos indígenas si no de toda Guatemala porque la historia está lastimada. Es la primera rebelión que ocurre en el país.

¿Cómo se decidió que fuera entregada a los 48 Cantones?

Yo inicié el proceso el año pasado con los 48 Cantones. El proyecto en sí, ya venía muy atrás, el proceso legal lo empecé en febrero, lo propuse y les mencioné que existía una silla de Atanasio Tzul, puesto que nadie la conocía; existe hasta una calzada y centro comercial con su nombre, pero no sabían de la silla. Yo fui a hablar con los 48 Cantones y con la Junta de los Aguaciles, les interesó la idea e hicieron la petición con el Ministerio de Cultura y se empezó a dar trámite.

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