InicioEntrevistasAdriana Urízar y el arte de renacer sin huella de dolor

Adriana Urízar y el arte de renacer sin huella de dolor

Pinta cuerpos femeninos cubiertos de flores, un corazón salpicado de brisa blanca. Al lado de una silueta de dama con el torso descubierto reproduce un texto de la poeta española Begoña Bravo que expresa: “Renací de la llaga de traición sin huella de dolor”.

Adriana Urízar es maestra y administradora de empresas; esa experiencia le ha servido para fortalecer su labor de gestora cultural.

Daniel Tucux Coyoy / laprensadeoccidente.com.gt
Fotos: Archivo

En su obra también podemos apreciar rostros con faz sin detalles de ojos y labios, mariposas que reposan en el hombro desnudo de mujeres en azul o rojo púrpura; una dama con luna menguante en el cuello; cuerpos femeninos con el torso descubierto o con escotes de los que asoman colibríes y mariposas blancas, azules y amarillas; una imagen de dama de ajedrez bañada de rosas; o relojes que se confunden entre engranajes y burbujas de colores.

“Soy una mujer muy bendecida”

Con el propósito de conocer su vida y obra, la invitamos a esta entrevista. Con cierta dificultad logramos coincidir en día y hora, pues Adriana Urízar labora como docente y diseñadora; además, dedica su tiempo a realizar obras pictóricas. A esto se suma su participación activa en el movimiento cultural de Xela, coordinando y trabajando con otros artistas.

Acordamos conversar en un café, uno de los muchos espacios de solaz que hay en la ciudad. Los Urízar de Quetzaltenango tienen raíces españolas vascas, y su presencia en Xela se remonta al menos al siglo XVIII, con miembros destacados en la vida local. Adriana recuerda que desde pequeña le atrajo el arte: recibió clases de danza y le gustaba pintar, aunque nunca se visualizó como artista; lo veía muy lejano.

Carla Adriana Urízar es una pintora y gestora cultural quetzalteca. Se describe como una mujer fuerte, alegre, a quien le gusta aportar y buscar cómo ayudar a las demás personas. Ha priorizado no ahogarse en un vaso de agua y encontrar el lado positivo de la vida.

“Soy una mujer muy bendecida”, dice. Indica que proviene de una familia muy pequeña, nunca se ha sentido sola y cree que Dios le ha puesto a las personas correctas en el camino.

Las conexiones artísticas que inspiran a Adriana

Admira la obra de Miguel Ángel, Caravaggio, Gustav Klimt —el pintor simbolista austríaco— y Margaret Keane —la pintora de los niños de ojos grandes—.

También valora y reconoce a los artistas guatemaltecos Carlos Mérida y Efraín Recinos. De los artistas de Xela, Adriana expresa: “Yo conecto mucho con las pinturas del maestro Alfredo García, la sensibilidad de sus colores; conecto mucho con el lado femenino. Admiro la pintura de Sergio Alvarado, sus paisajes, esa conexión que él tiene con la naturaleza; me encanta ver cómo pinta todo eso, esa conexión. De la obra femenina me gusta el trabajo de Mirna Camacho, compañera de FEMART”.

La pintora forma parte de un grupo extenso de artistas de Quetzaltenango y de otros municipios y departamentos que convergen aquí.

Sobre los relojes y engranajes en su obra, ella nos dice: “Para mí, todo es tiempo: tiempo ganado, tiempo perdido, tiempo disfrutado. Todo es tiempo”. Con voz diligente agrega: “Usted ve, todo va a la perfección. Para poder estar aquí hoy en una entrevista, fue como que los engranajes tuvieron que girar. Yo siento que tuvo que pasar mucho tiempo para poder estar ahora charlando en este momento”.

“Para mí, todo es tiempo: tiempo ganado, tiempo perdido, tiempo disfrutado. Todo es tiempo”.

Sobre las mariposas en su pintura, expresa: “Para mí, la poesía la represento con la mariposa”. Agrega: “Cuando uno necesita algo que le complemente, yo digo que siempre falta el toquecito más pequeño, y ahí aparece la mariposita. Eso he plasmado en mi obra: las imágenes de mariposas. Pero en mi obra reciente es más el tiempo, los engranajes”. Para ella, la mariposa blanca representa lo espiritual.

Sucesos que transforman

Adriana recuerda haber vivido un suceso personal e íntimo que impactó su vida en 2011; a partir de ello reconoció la necesidad de expresar lo que estaba viviendo.

Aunque de niña se acercó al arte a través de la danza, sus primeros bocetos y dibujos surgieron precisamente en 2011.

“Para ese año empecé”, dice sonriendo y agrega: “Por aquella época, un pintor residente en la ciudad de Guatemala me veía hacer bocetos en cualquier papel, en una servilleta, tomando un café. Me dijo: ‘Aquí está tu lienzo y tus pinceles. ¿No has considerado pintar?’ Yo respondí que no. Fue así como llegó ese momento de aceptar que podía pintar. Ahí inicié a practicar, a mojar papeles”.

“Luego de ello, Abraham Petz y Freddy Flores, de la agrupación Chichicaste, me invitan por primera vez a ir con ellos. Yo dije: ¿qué puedo aportar acá? En ese momento no me consideraba pintora ni poeta, porque el grupo también es de poesía. Pero me invitaron y todo lo que hacían me empezó a llenar y a gustar”.

“La educación es un barco sin remos: no hay cómo. Y ellos —las autoridades educativas— quieren resultados, pero ¿cómo, si no se profesionaliza al maestro?”

“Entonces empiezo a trabajar con ellos y poco a poco conozco a algunos artistas, pero jamás pensé que iba a estar en el medio; simplemente iba a estar ahí, a llenar mi alma un poquito, a curar lo que estaba viviendo y lo que me sucedió en lo personal”.

La entrevistada menciona a quienes la apoyaron al inicio: Rodrigo Díaz, Carlos Marco Castillo, y los autores y gestores culturales Mynor Cojulum y Lucrecia Sunum de Galería Vessica. Su labor se extendió a otros espacios: ha expuesto en la Casa de la Cultura de Occidente, en el Centro Intercultural, en Sololá y en la ciudad de Guatemala. En 2016 fue invitada a participar en la Asociación de Artistas de Occidente, ADADO.

Arte por las mujeres

Urízar es maestra y administradora de empresas; esa experiencia le ha servido para fortalecer su labor de gestora cultural. Nos cuenta: “Cuando entro a la Asociación de Artistas de Occidente, donde la mayoría son caballeros, ya habían tenido una integrante mujer, y me dijeron: ‘Ella no aguantó estar en el grupo’. Yo me empodero y trato de mover estructuras, pero no con imposición, sino con una estrategia de mujer: diplomacia, en este caso diplomacia cultural. Ahora ya tengo nueve años de labor con ellos”.

“Cuando vieron mi trabajo, me invitan a ser la coordinadora. Me propuse organizar un grupo de mujeres dentro de la Asociación y me pregunté: ¿cómo lo logro? Trabajando, trabajando y trabajando. Así nació el proceso FEMART”, un proyecto para dar a conocer obras creadas por mujeres.

“La primera muestra la realizamos antes de la pandemia”, cuenta. “El año pasado hicimos otra y este año una más. En la primera participación fueron 30 autoras, y yo me sentí realizada”, relata.

“En la segunda exposición conté con el apoyo de la artista Lucrecia Sunum, Guadalupe Sum y Loren Sánchez. En esta participaron 50 mujeres. Para FEMART 2025 vinieron autoras de Salcajá, San Marcos, Sololá, Quiché, Totonicapán y la ciudad de Guatemala; también una de España, una de Argentina, México, El Salvador y Honduras”, agrega.

Siempre hay muros que Adriana superó

Sobre las dificultades, Adriana comenta: “Las mujeres pintamos obras de contenido muy fuerte. Reflejamos algo muy interno, sucesos íntimos o intensos. Sin embargo, también debemos afrontar posiciones y reacciones adversas: machismo, sexismo, etcétera.”

“Existen casos de censura o autocensura y otras limitaciones. Por ejemplo, en la segunda exposición tuvimos una participante que solicitó usar un seudónimo. No quería que se le identificara. Como entregamos diplomas, pidió que tampoco se le llamara y que el seudónimo apareciera en su diploma”.

La labor de FEMART se ha fortalecido con una organización interna compuesta por presidenta, tesorera, secretaria y relacionista/comunicadora.

La escuela y el arte

Otra faceta de Adriana Urízar es su amor por la enseñanza y la literatura. Estudió en el colegio María Auxiliadora, de tradición en Xela. Luego concluyó la carrera de maestra de Educación Parvularia en el colegio Encarnación Rosal y posteriormente estudió Administración de Empresas en la Universidad de San Carlos. En su formación de maestra se acercó a la elaboración de material didáctico, lo que la introdujo en el uso de materiales de dibujo y pintura.

“A mi abuelo paterno, Carlos Adrián Urízar Montúfar —dice Adriana—, le gustaba mucho leer. Con frecuencia me invitaba a poner atención a textos, me decía: ‘Mire este reportaje, hablan de tal cosa; lea esto, le va a gustar’”, cuenta.

LECTURA SUGERIDA

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Asturias en la memoria de Adriana

Adriana admira a Miguel Ángel Asturias. La impactó Los Cuentos de Cuyito, una serie de relatos en forma de cartas que Asturias escribió para sus hijos, como Palomita Verde, Corazón de Aguacate, Zopilotes Blancos y La maquinita de hablar. Otro cuento que menciona y que ha inculcado en sus alumnos es El hombre que lo tenía todo, todo, todo.

Sobre cómo llevó la literatura al aula, recuerda: “Una entidad de cooperación de Estados Unidos que brinda servicio hacia la educación en Antigua Guatemala nos aportó cinco cajas de libros y, con apoyo de los padres de familia, se remodeló un aula para convertirla en biblioteca. Luego, con gestión ante el Ministerio de Educación y entidades privadas, se consolidó el patrimonio bibliográfico escolar”.

“Organizo lectura de cuentos para los alumnos y resultó tanto interés que creé un circuito cerrado de sonido para que toda la escuela escuchara la lectura en un horario fijo, porque la biblioteca quedó insuficiente. Después decidí escribir mis propios cuentos, pues gran parte del acervo ya lo había leído”.

Los artistas sin apoyo estatal

El trabajo literario de Adriana recibió el respaldo de una revista local, en la que publicó mensualmente. Una editorial mexicana mostró interés en publicar sus cuentos, pero exigía el 70 % del beneficio monetario, por lo que la autora decidió esperar un momento más propicio.

Respecto al aporte educativo, expresa: “Lamentablemente, los gobiernos no apoyan ese aspecto. Yo creo que, además de enseñar matemáticas, lectura y todo eso, debemos despertar los buenos hábitos, el compañerismo, la convivencia humana, y todo eso se vive a través de las artes”.

“Lamentablemente, el Estado no le apuesta a eso, y según mi experiencia, todos los niños lo necesitan. La educación es un barco sin remos: no hay cómo. Y ellos —las autoridades educativas— quieren resultados, pero ¿cómo, si no se profesionaliza al maestro?”.

Arar en el mar…

Indagamos su opinión sobre las instituciones que deben apoyar el arte y el desarrollo cultural. Ella responde de forma contundente: “Yo pienso que a las personas que están en la política no les interesa el arte; tienen otra visión. Lo poco que hay está desorganizado, repleto de burocracia y corrupción. En muchas ocasiones, cuando ven que las cosas van caminando, quieren saludar con sombrero ajeno. Nos toca construir desde nosotros”.

“Como lo hacemos en FEMART: nos hemos organizado para dar nuestro grano de arena”.

La frase “Arar en el mar”, atribuida a Simón Bolívar, la menciona ante la decepción que muchos sienten por el trabajo y proyección de las entidades encargadas de apoyar la creación artística.

Sin embargo, Adriana finaliza con un mensaje positivo: “Todo lo que nos propongamos tenemos que lograrlo. Debemos luchar por nuestros propósitos. No dejarnos influenciar por personas negativas que dicen que no se puede, no se debe o se ve mal. Debemos seguir nuestra fuerza interna. Esto se puede, yo lo puedo lograr, yo sé que lo puedo hacer”.

Daniel Tucux Coyoy
Licenciado en Arte por el Instituto Nacional de Bellas Artes de México. Promotor y gestor cultural y social. Ha laborado para entidades gubernamentales y de cooperación internacional. Pintor y escultor.

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Pinta cuerpos femeninos cubiertos de flores, un corazón salpicado de brisa blanca. Al lado de una silueta de dama con el torso descubierto reproduce un texto de la poeta española Begoña Bravo que expresa: “Renací de la llaga de traición sin huella de dolor”.

Adriana Urízar es maestra y administradora de empresas; esa experiencia le ha servido para fortalecer su labor de gestora cultural.

Daniel Tucux Coyoy / laprensadeoccidente.com.gt
Fotos: Archivo

En su obra también podemos apreciar rostros con faz sin detalles de ojos y labios, mariposas que reposan en el hombro desnudo de mujeres en azul o rojo púrpura; una dama con luna menguante en el cuello; cuerpos femeninos con el torso descubierto o con escotes de los que asoman colibríes y mariposas blancas, azules y amarillas; una imagen de dama de ajedrez bañada de rosas; o relojes que se confunden entre engranajes y burbujas de colores.

“Soy una mujer muy bendecida”

Con el propósito de conocer su vida y obra, la invitamos a esta entrevista. Con cierta dificultad logramos coincidir en día y hora, pues Adriana Urízar labora como docente y diseñadora; además, dedica su tiempo a realizar obras pictóricas. A esto se suma su participación activa en el movimiento cultural de Xela, coordinando y trabajando con otros artistas.

Acordamos conversar en un café, uno de los muchos espacios de solaz que hay en la ciudad. Los Urízar de Quetzaltenango tienen raíces españolas vascas, y su presencia en Xela se remonta al menos al siglo XVIII, con miembros destacados en la vida local. Adriana recuerda que desde pequeña le atrajo el arte: recibió clases de danza y le gustaba pintar, aunque nunca se visualizó como artista; lo veía muy lejano.

Carla Adriana Urízar es una pintora y gestora cultural quetzalteca. Se describe como una mujer fuerte, alegre, a quien le gusta aportar y buscar cómo ayudar a las demás personas. Ha priorizado no ahogarse en un vaso de agua y encontrar el lado positivo de la vida.

“Soy una mujer muy bendecida”, dice. Indica que proviene de una familia muy pequeña, nunca se ha sentido sola y cree que Dios le ha puesto a las personas correctas en el camino.

Las conexiones artísticas que inspiran a Adriana

Admira la obra de Miguel Ángel, Caravaggio, Gustav Klimt —el pintor simbolista austríaco— y Margaret Keane —la pintora de los niños de ojos grandes—.

También valora y reconoce a los artistas guatemaltecos Carlos Mérida y Efraín Recinos. De los artistas de Xela, Adriana expresa: “Yo conecto mucho con las pinturas del maestro Alfredo García, la sensibilidad de sus colores; conecto mucho con el lado femenino. Admiro la pintura de Sergio Alvarado, sus paisajes, esa conexión que él tiene con la naturaleza; me encanta ver cómo pinta todo eso, esa conexión. De la obra femenina me gusta el trabajo de Mirna Camacho, compañera de FEMART”.

La pintora forma parte de un grupo extenso de artistas de Quetzaltenango y de otros municipios y departamentos que convergen aquí.

Sobre los relojes y engranajes en su obra, ella nos dice: “Para mí, todo es tiempo: tiempo ganado, tiempo perdido, tiempo disfrutado. Todo es tiempo”. Con voz diligente agrega: “Usted ve, todo va a la perfección. Para poder estar aquí hoy en una entrevista, fue como que los engranajes tuvieron que girar. Yo siento que tuvo que pasar mucho tiempo para poder estar ahora charlando en este momento”.

“Para mí, todo es tiempo: tiempo ganado, tiempo perdido, tiempo disfrutado. Todo es tiempo”.

Sobre las mariposas en su pintura, expresa: “Para mí, la poesía la represento con la mariposa”. Agrega: “Cuando uno necesita algo que le complemente, yo digo que siempre falta el toquecito más pequeño, y ahí aparece la mariposita. Eso he plasmado en mi obra: las imágenes de mariposas. Pero en mi obra reciente es más el tiempo, los engranajes”. Para ella, la mariposa blanca representa lo espiritual.

Sucesos que transforman

Adriana recuerda haber vivido un suceso personal e íntimo que impactó su vida en 2011; a partir de ello reconoció la necesidad de expresar lo que estaba viviendo.

Aunque de niña se acercó al arte a través de la danza, sus primeros bocetos y dibujos surgieron precisamente en 2011.

“Para ese año empecé”, dice sonriendo y agrega: “Por aquella época, un pintor residente en la ciudad de Guatemala me veía hacer bocetos en cualquier papel, en una servilleta, tomando un café. Me dijo: ‘Aquí está tu lienzo y tus pinceles. ¿No has considerado pintar?’ Yo respondí que no. Fue así como llegó ese momento de aceptar que podía pintar. Ahí inicié a practicar, a mojar papeles”.

“Luego de ello, Abraham Petz y Freddy Flores, de la agrupación Chichicaste, me invitan por primera vez a ir con ellos. Yo dije: ¿qué puedo aportar acá? En ese momento no me consideraba pintora ni poeta, porque el grupo también es de poesía. Pero me invitaron y todo lo que hacían me empezó a llenar y a gustar”.

“La educación es un barco sin remos: no hay cómo. Y ellos —las autoridades educativas— quieren resultados, pero ¿cómo, si no se profesionaliza al maestro?”

“Entonces empiezo a trabajar con ellos y poco a poco conozco a algunos artistas, pero jamás pensé que iba a estar en el medio; simplemente iba a estar ahí, a llenar mi alma un poquito, a curar lo que estaba viviendo y lo que me sucedió en lo personal”.

La entrevistada menciona a quienes la apoyaron al inicio: Rodrigo Díaz, Carlos Marco Castillo, y los autores y gestores culturales Mynor Cojulum y Lucrecia Sunum de Galería Vessica. Su labor se extendió a otros espacios: ha expuesto en la Casa de la Cultura de Occidente, en el Centro Intercultural, en Sololá y en la ciudad de Guatemala. En 2016 fue invitada a participar en la Asociación de Artistas de Occidente, ADADO.

Arte por las mujeres

Urízar es maestra y administradora de empresas; esa experiencia le ha servido para fortalecer su labor de gestora cultural. Nos cuenta: “Cuando entro a la Asociación de Artistas de Occidente, donde la mayoría son caballeros, ya habían tenido una integrante mujer, y me dijeron: ‘Ella no aguantó estar en el grupo’. Yo me empodero y trato de mover estructuras, pero no con imposición, sino con una estrategia de mujer: diplomacia, en este caso diplomacia cultural. Ahora ya tengo nueve años de labor con ellos”.

“Cuando vieron mi trabajo, me invitan a ser la coordinadora. Me propuse organizar un grupo de mujeres dentro de la Asociación y me pregunté: ¿cómo lo logro? Trabajando, trabajando y trabajando. Así nació el proceso FEMART”, un proyecto para dar a conocer obras creadas por mujeres.

“La primera muestra la realizamos antes de la pandemia”, cuenta. “El año pasado hicimos otra y este año una más. En la primera participación fueron 30 autoras, y yo me sentí realizada”, relata.

“En la segunda exposición conté con el apoyo de la artista Lucrecia Sunum, Guadalupe Sum y Loren Sánchez. En esta participaron 50 mujeres. Para FEMART 2025 vinieron autoras de Salcajá, San Marcos, Sololá, Quiché, Totonicapán y la ciudad de Guatemala; también una de España, una de Argentina, México, El Salvador y Honduras”, agrega.

Siempre hay muros que Adriana superó

Sobre las dificultades, Adriana comenta: “Las mujeres pintamos obras de contenido muy fuerte. Reflejamos algo muy interno, sucesos íntimos o intensos. Sin embargo, también debemos afrontar posiciones y reacciones adversas: machismo, sexismo, etcétera.”

“Existen casos de censura o autocensura y otras limitaciones. Por ejemplo, en la segunda exposición tuvimos una participante que solicitó usar un seudónimo. No quería que se le identificara. Como entregamos diplomas, pidió que tampoco se le llamara y que el seudónimo apareciera en su diploma”.

La labor de FEMART se ha fortalecido con una organización interna compuesta por presidenta, tesorera, secretaria y relacionista/comunicadora.

La escuela y el arte

Otra faceta de Adriana Urízar es su amor por la enseñanza y la literatura. Estudió en el colegio María Auxiliadora, de tradición en Xela. Luego concluyó la carrera de maestra de Educación Parvularia en el colegio Encarnación Rosal y posteriormente estudió Administración de Empresas en la Universidad de San Carlos. En su formación de maestra se acercó a la elaboración de material didáctico, lo que la introdujo en el uso de materiales de dibujo y pintura.

“A mi abuelo paterno, Carlos Adrián Urízar Montúfar —dice Adriana—, le gustaba mucho leer. Con frecuencia me invitaba a poner atención a textos, me decía: ‘Mire este reportaje, hablan de tal cosa; lea esto, le va a gustar’”, cuenta.

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Adriana admira a Miguel Ángel Asturias. La impactó Los Cuentos de Cuyito, una serie de relatos en forma de cartas que Asturias escribió para sus hijos, como Palomita Verde, Corazón de Aguacate, Zopilotes Blancos y La maquinita de hablar. Otro cuento que menciona y que ha inculcado en sus alumnos es El hombre que lo tenía todo, todo, todo.

Sobre cómo llevó la literatura al aula, recuerda: “Una entidad de cooperación de Estados Unidos que brinda servicio hacia la educación en Antigua Guatemala nos aportó cinco cajas de libros y, con apoyo de los padres de familia, se remodeló un aula para convertirla en biblioteca. Luego, con gestión ante el Ministerio de Educación y entidades privadas, se consolidó el patrimonio bibliográfico escolar”.

“Organizo lectura de cuentos para los alumnos y resultó tanto interés que creé un circuito cerrado de sonido para que toda la escuela escuchara la lectura en un horario fijo, porque la biblioteca quedó insuficiente. Después decidí escribir mis propios cuentos, pues gran parte del acervo ya lo había leído”.

Los artistas sin apoyo estatal

El trabajo literario de Adriana recibió el respaldo de una revista local, en la que publicó mensualmente. Una editorial mexicana mostró interés en publicar sus cuentos, pero exigía el 70 % del beneficio monetario, por lo que la autora decidió esperar un momento más propicio.

Respecto al aporte educativo, expresa: “Lamentablemente, los gobiernos no apoyan ese aspecto. Yo creo que, además de enseñar matemáticas, lectura y todo eso, debemos despertar los buenos hábitos, el compañerismo, la convivencia humana, y todo eso se vive a través de las artes”.

“Lamentablemente, el Estado no le apuesta a eso, y según mi experiencia, todos los niños lo necesitan. La educación es un barco sin remos: no hay cómo. Y ellos —las autoridades educativas— quieren resultados, pero ¿cómo, si no se profesionaliza al maestro?”.

Arar en el mar…

Indagamos su opinión sobre las instituciones que deben apoyar el arte y el desarrollo cultural. Ella responde de forma contundente: “Yo pienso que a las personas que están en la política no les interesa el arte; tienen otra visión. Lo poco que hay está desorganizado, repleto de burocracia y corrupción. En muchas ocasiones, cuando ven que las cosas van caminando, quieren saludar con sombrero ajeno. Nos toca construir desde nosotros”.

“Como lo hacemos en FEMART: nos hemos organizado para dar nuestro grano de arena”.

La frase “Arar en el mar”, atribuida a Simón Bolívar, la menciona ante la decepción que muchos sienten por el trabajo y proyección de las entidades encargadas de apoyar la creación artística.

Sin embargo, Adriana finaliza con un mensaje positivo: “Todo lo que nos propongamos tenemos que lograrlo. Debemos luchar por nuestros propósitos. No dejarnos influenciar por personas negativas que dicen que no se puede, no se debe o se ve mal. Debemos seguir nuestra fuerza interna. Esto se puede, yo lo puedo lograr, yo sé que lo puedo hacer”.

Daniel Tucux Coyoy
Licenciado en Arte por el Instituto Nacional de Bellas Artes de México. Promotor y gestor cultural y social. Ha laborado para entidades gubernamentales y de cooperación internacional. Pintor y escultor.

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