Fue prisión y cementerio. El inmueble que hoy es la Casa de la Cultura de Occidente ha sido ocupado de diferentes maneras, por lo que no es extraño que muchas personas hayan experimentado sucesos sobrenaturales en el lugar. Hay quienes aseguran haber visto a personas cuando no hay nadie más o escuchado voces.
José Racancoj/Fotos David Pinto/La Prensa de Occidente
Una de las personas que ha vivido diversos hechos paranormales en este lugar es Manuel Gómez, vigilante y cobrador del Museo de la Casa de la Cultura, quien tiene 15 años de laborar en el lugar.
Una de las historias que Gómez cuenta le sucedió al poco tiempo de ingresar a trabajar, en la época de las fiestas patrias y de antorchas. Un fin de semana, estando de turno, se encontraba junto a un practicante en el primer piso, en la sección zoológica, cuando se escucharon aplausos en una de las salas. Se les hizo extraño pues no había ningún visitante en ese momento, y aunque fueron a ver a las salas e incluso afuera del edificio, no había nadie.
“Al poco tiempo nos enteramos que uno de los vendedores, un artesano que se instalaba cerca de la Casa de la Cultura, fue a traer la antorcha a su pueblo y murió atropellado al bajar del vehículo en el que viajaba. Posiblemente vino a despedirse, porque estuvo acá durante mucho tiempo”, comenta Gómez.
En otra ocasión, Gómez acompañó a un joven a quien se le autorizó realizar grabaciones en el lugar para captar actividad paranormal durante la noche y madrugada. Tras realizar fotos y grabaciones, el joven vació el material en una computadora para continuar con su labor, inexplicablemente la cámara ya no permitía que la batería ni la tarjeta ingresaran y cuando por fin se logró, la tarjeta ya no era reconocida por la cámara.
La persona llevaba otro equipo y con él pudo seguir tomando fotos, cuenta Gómez, sin embargo, cuando estaban cerca del escenario del auditorio la cámara dejaba de funcionar, al alejarse y estar más cerca del portón de salida de nuevo volvía a funcionar, pero cuando regresaban al auditorio, extrañamente, la cámara ya no podía utilizarse.
El vigilante asegura que previo a iniciar las grabaciones pidió permiso a cualquier entidad que estuviera en el lugar, para que no los fueran a atacar. Por ello, cree que fue el equipo de foto y grabación el que sufrió.
Pese a ello, el joven logró captar sonidos de bastonazos y pasos, así como un quejido. También se logró percibir una imagen en la silla del doctor Roberto Molina, además, de una especie de bruma.
Gómez también señala haber escuchado, junto a un agente de la PM, un puño de llaves que intentaban abrir una de las puertas del auditorio, pese a que no había nadie más en el lugar. Y en otra ocasión, cuando ingresó a los baños del fondo escuchó la voz de una niña que le dijo “joven”, pero él no respondió. “Me sorprendí que una niña estuviera en ese espacio, salí a ver y no había nadie”.
Todo esto lo vivió hace casi una década, luego de este tiempo ha dejado de escuchar ruidos extraños, “o es que uno se acostumbra a ellos”, dice.