El actual Centro Intercultural, en la zona 3 altense, ha sido escenario de diversos sucesos sobrenaturales. Y es que en su momento fue la Zona Militar 17-15 y la estación del Ferrocarril de Los Altos, y previo a ello, un lugar montañoso con altares mayas, los cuales aún se conservan en el área.
José Racanconcoj/laprensadeoccidente.com.gt / Fotos David Pinot
Policías municipales, guardias y personal que labora para el centro, han sido testigos de diversos hechos sin explicación cómo escuchar pasos o murmullos en los sótanos; o ver cómo se abren las puertas de un golpe, pese a ser muy pesadas.
Uno de estos hechos le ocurrió en 2020 a Berenice Cita, directora del Centro Intercultural, justo en una ocasión en la que realizó un turno de 72 horas debido a que el personal se quedó corto por la pandemia.
Cuenta que en esa ocasión, después de medianoche, varios perros de los mercados Minerva y La Democracia entraron al lugar y se dirigieron al área de las pilas y el polígono, donde comenzaron a aullar.
Ella decidió acercarse al lugar, que en ese entonces no estaba iluminado, para saber a qué le aullaban. Lo que logró observar fue una extraña neblina en el área, la cual comenzó a moverse hacia el portón que da a la 7a. calle, mientras los perros la seguían. Entonces ella decidió alumbrar con una linterna y la neblina se dispersó.
Berenice consultó a guías espirituales sobre la neblina de aquella noche y ellos le dijeron que entre 2010 y 2012, ocurrió un trágico accidente dentro del Intercultural, en el cual murió una niña.
Personas que estaban en esa época, cuentan que la niña murió cuando intentó bajar hacia un pasillo y al saltar se desnucó. “Recuerdo que esa neblina era pequeña y al consultarle a los guías, ellos dijeron que sí tiene relación con la niña fallecida, como que su alma sigue ahí, por eso los animales llegan desde las 12 hasta las 2 de la mañana a aullar todos los días”, cuenta.
Pero este no ha sido el único suceso paranormal que ha vivido Berenice en el lugar. En 2015, cuando recién llegó al Intercultural, era la encargada del Museo del Ferrocarril.
Un día, cerca de las 8 de la noche, cuando estaba a punto de retirarse se fue la luz, por lo que tomó sus cosas y se encaminó a la salida, sin embargo, la puerta estaba cerrada con candado, lo que, asegura, era imposible, pues solo ella tenía la llave y cuando dejó el candado en su lugar, lo dejó cerrado solo en un anillo de la puerta.
“Yo dejé el candado cerrado solo en un anillo, pero al intentar salir ya estaba puesto en los dos. No era posible eso, porque solo yo tenía llave”, indica.
Cuando logró llamar a los compañeros que estaban ahí, les reclamó pensando que ellos la habían dejado encerrada. Sin embargo, a través de cámaras se constató que nadie se acercó a la puerta y todos estaban en diferentes lugares. “Fue una experiencia fuerte, comencé a gritar, no era lógico que eso sucediera”, contó.
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