“Con mi primera bici iba por el pan y el pollo, ahora le pude dar dos alegrías a mi país”
Por Stuardo Calderón/La Prensa de Occidente
Luego de consagrarse campeón por segunda vez de la Vuelta Internacional a Guatemala, Manuel Oseas Rodas Ochoa nos abrió las puertas de su hogar para expresar las cosas buenas que le ha dejado el mundo del ciclismo, un sueño que empezó a sus 16 años.
Stuardo Calderón/La Prensa de Occidente
Con una sonrisa en su semblante y la humildad que lo caracteriza, Manuel vive junto con su familia uno de los mejores momentos de su carrera y afirmó que el próximo gran reto es llegar a Tokio 2020 y ser protagonista.
A continuación, nos comentó parte de sus inicios y lo que vivió durante los diez días de competencia en la edición 59 de la caravana multicolor.
¿Desde qué edad comenzó a practicar el ciclismo?
Empecé a los 16 años; mi primera bicicleta la tuve a los 14, pero la usaba para hacer mandados, era tipo californiana. En ella iba por el pollo, el pan e iba al molino, la usaba para todo.
En los momentos difíciles, ¿Qué lo empujó a seguir?
Como en toda carrera deportiva hay altibajos, yo he tenido crisis. Entre 2010 y 2013 tuve una en la que estuve a punto de tirarlo todo, las lesiones, problemas, todo me perseguía. Pero las agallas de luchar, de no abandonar mis sueños, a mi familia, me levantaron y seguí con mi equipo, Decorabaños.
¿Qué significa ser campeón de la Vuelta a Guatemala?
Es un sueño hecho realidad, es el fruto del empeño y sacrificio durante mucho tiempo. Ganarla dos veces (la Vuelta a Guatemala) es algo histórico, que disfruté mucho porque me hizo entrar al famoso libro de los retos del ciclismo guatemalteco.
¿Qué se siente portar el suéter de líder?
Es algo que motiva y ayuda a emprender cada etapa con mayor decisión, con mayor alegría. Portar el suéter pesa, es una enorme presión y responsabilidad, pero a la vez yo sentía que tenía el poder, la fuerza para poder luchar por cada una de las etapas.
¿Cuál fue la etapa que marcó la diferencia?
Considero que fue la Contrarreloj Individual, ahí saqué una ventaja que tuve que defender a muerte. También las etapas de alta montaña como reina, la de Momostenango a piedra María Tecún, incluso el circuito de San Marcos, no se hicieron grandes diferencias, pero había que estar ahí con la gente para no perder el tiempo.
Ahora la mira es Tokio 2020, ¿de qué manera llegar?
Sí, es uno de mis grandes retos y de mis grandes sueños: llegar a mis terceras olimpiadas, estoy muy cerca. Ya se cerró el período de clasificación para el país y tenemos una esperanza, hay una plaza que logró Guatemala en ciclismo de ruta y pues únicamente quedamos a la espera de que la Federación Guatemalteca de Ciclismo confirme quién viaja.
¿Quiénes son su motor cuando está en carretera?
Mi familia; pienso en ellos cuando estoy en competencia y son mi mayor motivación, por ellos trabajo día a día. Mi hijo Kevin es una fuente de inspiración, es un niño que a pesar de las adversidades ha sabido salir adelante, es súper inteligente y es la luz que necesito día a día para cumplir con cada uno de mis objetivos, lógicamente también está Dios y también mis patrocinadores y otras entidades que siempre están conmigo.
¿De dónde surge el sobrenombre de “El tren de La Esperanza”?
El tren (sonriendo), la verdad que eso es algo que ha surgido por las emisoras. Ellos tienen creatividad para narrar las etapas y fue en una contrarreloj donde me asignaron ese sobrenombre. Es algo que va bien conmigo, me gusta mucho.
¿Cuál fue la estrategia para ser campeón?
La unión del equipo, estar sereno en cada etapa, correr con muchas agallas y coraje; hubo momentos en los que se ponía difícil la competencia y había que sacar fuerzas de donde fuera para no ceder tiempo. Planificábamos cada etapa, el día a día lo llevábamos bien organizado. No dimos ventajas desde que la Vuelta empezó.
¿Qué cuidados personales realiza para estar a la altura de las exigencias?
El deporte de alto rendimiento es exigente, hay que saber entrenar y alimentarse bien. Ser ciclista impide que uno lleve el ritmo de una persona normal porque hay que quitarse hábitos, como las horas de descanso, alimentación, fiestas; para uno, eso implica un peligro.
¿Qué mensaje le envía a la juventud?
Que se tracen metas; en la vida uno debe planificar objetivos a corto y largo plazo que uno considere alcanzar. Luego viene la parte del trabajo para alcanzarlos, hay que ser muy disciplinado, es algo que debemos practicar. Creo que es lo más importante.