Puede decirse que es la autora del best seller chapín. Su polémico libro, desnuda a la mujer de hoy que fractura paradigmas y descubre valores propios.
Jorge Sierra-Local Times/laprensadeoccidente.com.gt
“Yo vivo la vida y sus encantos. Vivo el hoy, el presente, disfruto lo que hago. Hago lo que quiero hacer y ser, sin miedo al qué dirán. Y eso me hace una mujer feliz, porque no sufro. Yo si me voy a una barra y me quiero echar una cerveza, me siento y la tomo, aunque digan ‘esa viene a ver qué se consigue. Puta a de ser’. A mí que me importa”, con ese desenfado habla, Vivian Marroquín, médico veterinaria de profesión, y que acaba de publicar uno de los libros más francos, directos, sensibles, espontáneos y pícaros, aunque crispante para el sector tradicional de la sociedad, bajo el controversial título, Siendo puta me fue mejor.
A romper el molde
Con Marroquín, es mejor dejarla hablar, no sólo porque lo disfruta sino por que además resulta de sobra elocuente. “Aclaro que el libro no es feminista. No habla mal de los hombres. Yo creo que los defiende”, es lo primero que dice a manera de introducción. Ahora explica su incubación. “El libro nació a raíz de una broma de hace muchos años. Ahí cuento cómo y dónde crecí. Luego me empecé a desbocar cuando me di cuenta que cómo actuaba no servía (es decir recatada y sin vicios). Me volví parrandera empedernida con mi dos mejores amigas (Rosalinda y Marimar). Éramos felices. Todo nos salía bien. Sabíamos que eso de andar en juerga para el común de la gente era ser puta. Y en nuestras conversaciones decíamos: ‘Ya vieron mucha que ahí están las putas (nosotras), con falditas y todo, pero nos va bien’. Deberíamos de escribir una enciclopedia con cuatro tomos. El primero se llamaría ‘Siendo putas nos fue mejor’ y risas. Esa broma la arrastramos toda la vida. Y nos matábamos de la risa. Y como todas son etapas de la vida, esa la dejamos. Una se casó, otra entró a la universidad y yo abrí mi clínica. En eso trabajé en una película (es actriz) y en el rodaje me dije: ‘Hoy si voy a escribir el libro’. Empecé con la frase: ‘Esta es la historia de lo que vi, viví y me contaron’. Y fue así que me empecé a picar y a picar”, dice. Para redondear la explicación, la autora hace acopio de una serie de vivencias que le hicieron entender que muchas veces lo que se ve, no es precisamente lo verdadero, es decir, aprendió a hacer una lectura más profunda de los acontecimientos y a discernir, de ahí que concluya que, “al finalizar la lectura del libro, las mujeres encontrarán el balance perfecto de cómo ser, pensar y actuar. Los hombres, aprenderán a apreciar a la mujer que vale la pena, a detectar a las mujeres que encubren su indecencia con un rosario en la mano y un anda de procesión en el hombro”.
Definiendo mujeres
Lo primero lo primero. Marroquín hace una escisión personal del término puta con sus diferentes pelajes. “En el diccionario la puta es la mujer que cobra a cambio de sexo, conocida también como prostituta. Una de las profesiones más antiguas de la historia. Compartí con ellas en un bar antes de escribir este libro, para poderlas comprender. Ahora hablemos de las ‘putías’, estas pobres son las que desde jovencitas se visten sexi o trabajan de edecanes, a las que todas las feas y tradicionales llaman así. Lo más simpático de este asunto es que muchas de ellas son hasta vírgenes o en el caso de las edecanes, muchas veces mantienen económicamente a su familia entera. Ahora hablaré de ‘esas putas’, ja ja ja ja. Así nos llamaba la gente a nosotras tres cuando andábamos parrandeando con nuestros atuendos de muñecas Barbie y salíamos todos los días que terminan con ‘s’ y el sábado. Esto fue cuando perdimos el pudor ante los hombres, sosteníamos sin miedo cualquier conversación con ellos sin importar la edad ni de quién se tratara. Eran felices de sentarse a tomar la misma cantidad de tragos a la par nuestra. Luego están las ‘culo persignado’, son las que siempre me han caído en donde me duele, sólo de oír la palabrita (puta) ‘Ay! No’, ¡Ya me dan ganas de matarlas! Toda la vida andan con cara de misterio o angustia, a esto yo le llamo cara de jute. Es la típica cara de cuando no quieren que les descubran lo que hacen (…). A estas, la mayoría de los hombres inteligentes las destetan y la mayoría de tontos, se las creen. Están las ‘adictas al sexo’, ellas simplemente tienen puestas las hormonas de diferente forma y su libido es superior a la de otras personas. Por otro lado, en este punto de mi vida, como ser humano, como mujer y como narradora de esta historia, no llegué a alcanzar el nivel necesario de perdón para aplicarlo a las mujeres que hacen daño, a quienes llamé ‘las zorras’. En ellas me gustaría aplicar el Antiguo Testamento, ‘¡Ojo por ojo! Diente por diente’. Sé que no soy quién para juzgar, pero por el momento, mejor prefiero dejarlas en manos de Dios”.
Corregir conceptos
Este collar de ejemplares las conoció Marroquín durante los años de una vida intensa, llenos de fiestas, bohemia y trasnoche. Pero también fueron los días útiles para aclararse todo aquello que había escuchado y aprendido de niña, y por el que hoy por hoy se siente segura de reescribir por ejemplo, lo que en su opinión es una mujer virtuosa. “No es una mujer a la que le enseñaron a ser solo ama de casa y a soportar, es la mujer que le enseñaron a respetarse y a amarse así misma. A la que le enseñaron a valorarse por el ser humano que es y no por lo que hace o tiene. A la que le enseñaron a establecer límites y a aprender a decir la palabra NO, ante los abusos emocionales y el dolor causado por personas que no las merecen”.
El 100% de las funciones de ‘Siendo Puta me fue mejor’ es para esterilización de animales de calle.
Esa fue una conclusión, pero también Marroquín contruyó otras. “Mi mamá nos decía: ‘No vayas a meter las patas porque si no, te cagás en tu vida. Puede ser que te logrés conseguir otro novio pero ese no te va a creer que solo con uno estuviste. Va a pensar que fue con más hombres y te lo va a echar en cara el resto de tu vida’. Por eso el libro dice que es la historia de la clásica mujer, creada en un hogar tradicional machista, y que decide romper tabúes y paradigmas ante el qué dirán. Y eso para la sociedad es ser puta, y si para la sociedad eso es ser puta pues qué bien le va a uno”, recalca.
El sonado machismo
La autora insiste en que este libro tampoco es machista, aunque lo parezca. “Este libro no es un manual ridículo como La perfecta cabrona, de que traten mal a los hombres. Al contrario, expresa una realidad en que se identifican hombres y mujeres. Hay que decirlo, las principales causantes del machismo son las mujeres. Aclaro, los hombres no tienen la culpa. Todo el mundo dice ‘es que él es machista’. Así también alguien me contaba que le decían: ‘Cásate con la buena’ ¿Y quién era la buena? ‘La que se viste recatada, la que esto y lo otro’. ¿Y qué pasó? ‘Pues me casé con ella y resultó ser siendo una gran puta’. Y es cierto. ¿Pero quién tuvo la culpa? La mamá. El otro pobre a lo mejor tenía una compañerita con minifalda y arreglada pero como para todos en la sociedad es la putía, entonces no es para esposa. Y resulta que esa putía era la que le iba a cambiar el pañal a la suegra cuando ya estuviera viejita y enferma”.
“Las mujeres estamos despertando”, dice y agrega: “Como estamos en una época de transición tanto hombres como mujeres, todavía no sabemos no ser machistas, entonces estamos peor, porque se toman elementos del machismo cuando nos conviene y las del no machismo igual. Estamos peor. Ahora los hombres dicen: ‘Qué alegre, ya no seamos machistas, ya no nos importa que la mujer sea virgen’. Pero ¿eso qué les provoca hacer? ‘Eso no nos importa. Pongámole a todas. Solo para la cama las queremos’. Tomaron esa parte de ‘no importa que no sea virgen’, pero agarraron la parte mala. ‘Tengo diez para llevármelas a la cama’ piensan, pero eso no es así”.
Todas las guatemaltecas
Este libro, escrito en el curso de tres meses, le ha supuesto a su autora narrar la vivencia de mujeres acomodadas y profesionales de clase media alta. Aunque aclara que, “sí se ven reflejadas la mayoría de mujeres de otros estratos sociales. Cuenta historias simultáneas. Me atrevería a decir que de cien personas, incluyendo hombres y mujeres, un noventa por ciento se identifican con lo que dice el libro”. Y entre las curiosidades que descubre en el curso de sus líneas y quizá de incumbencia para todos, son los secretos reveladores que da cuenta en primera persona como el que es mejor cuando se conoce a alguien que el hombre pida el número de teléfono y no la mujer; o no procurar ninguna relación con hombres casados (‘hombre casado, ni frito, ni asado y a la plancha menos’); o descubrir que los hombres por lo que único que se mueren es por la belleza femenina y nada más.
Son tantos temas (como los hábitos de los hombres, los escarceos amorosos, las poses femeninas, etcétera) que una mujer como Marroquín puede abordar ahora, y que en algún momento conoció de otras mujeres que confesaron sus logros y fracasos. Uno de esos temas que no escapan del campo por su actualidad es la cirugía plástica. “Eso depende más bien de la personalidad de cada mujer. Pienso que cuando hay un defecto en realidad grave que marca la vida de alguien está bien hacerlo. Ahora existe el tema ya vulgar, como la cirugía para lograr esas nalgas infladas y esos bustos exagerados. Yo pienso que ese es un síntoma de baja autoestima, de querer acaparar la atención. Y ese tipo de mujer le gusta mucho al típico hombre que subió su nivel económico de un solo (tipo narcos, gente inculta)”. Como verá, todo pinta en este libro que toma de historias de mujeres a la manera de películas como Sex in the city, aunque con el fondo musical de la canción Ayúdame Freud, de Ricardo Arjona.
Para Marroquín, este libro, más demandado por hombres que por mujeres, pone a discusión el actual rol de la mujer en Guatemala, que empieza a vivir al margen de los conceptos tradicionales y a descubrir sus propios valores. “El libro es claro y directo, sin pelos en la lengua”, asegura. Y continúa: “No soy una premio nobel de literatura, no soy una dramaturga. Soy una mujer como todas, en especial guatemalteca, alguien que puso alma y corazón para escribir cada línea del libro que está dedicado a todas las personas que lo lean y se vean identificadas. Eso soy. No me miren como la exitosa profesional ni la mujer con maestrías. Míreme como una mujer sensible que quiere a todo el mundo y que escribió con espíritu altruista”. ¿Usted no se esperaba ese boom que ha tenido el libro? “Sí me lo esperaba, pero no tanto”, ríe.
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