Todas las culturales del mundo tienen historias, leyendas, fábulas, cuentos, que se expresan a través de la poesía, la música, la escritura, la oralidad, dependiendo del grado de escepticismo o de la espiritualidad de los pueblos, estos fenómenos pueden tomar más o menos materialidad.
Cómo gestor cultural sumergido en las particularidades de las tradiciones de mi región es natural que algunas cosas me llamen poderosamente la atención, este es el caso de las Leyendas mesoamericanas, y es que soy parte de esas decenas de miles de guatemaltecos que aseguran que vivieron una experiencia mística de manos de estos personajes fantásticos.
Abre tendido unos ocho o nueve años cuando escuche a la Llorona por primera vez, sin saber en ese momento que se trataba de ella, todo sucedió en un instante antes de dormir, ya que me encontraba en mi habitación en casa de mi abuela materna, cómodamente enchamarrado como se dice comúnmente, cuando un llanto particular se hizo eco por toda la casa, habría sido un hecho quizás de menor importancia, de no ser por que mi propia abuela entra en la habitación alterada medianamente, para advertirme que no debía escucharla que la ignorara y que me durmiera, como esperando que eso me protegiera de una potencial maldición.
Después de eso en cada charla nocturna con amigos y familiares era común hablar sobre esos temas, en donde casi todos aseguraban de forma directa o indirecta haber tenido alguna experiencia con la Llorona o con otros seres profundamente entretejidos con nuestra cultura.
Actualmente dirijo un festival llamado la Llorona, esta actividad nació en el 2009, en un contexto en que Quetzaltenango vivía un auge cultural tras el espacio vació que había dejado la posguerra en Guatemala, ocupar las calles para hacer cosas diferentes parecía ser en ese momento una prometedora idea, que dio vida a un movimiento cultural de nueva ola en la ciudad.
Desde entonces me he interesado por aprender y producir actividades culturales con este tipo de contenido, aprendiendo que son símbolos y fenómenos que aún hoy día están fuertemente arraigados en el imaginario de la gente. Según García Canclini, los mitos y las leyendas son una forma de construir la identidad cultural de un pueblo y de transmitir sus valores y creencias1. Por otro lado, Lévi-Strauss sostiene que los mitos son una forma de estructurar el pensamiento humano y de dar sentido al mundo que nos rodea2. En este sentido, los mitos y las leyendas son una herramienta fundamental para comprender la cultura de una sociedad y su forma de ver el mundo.
Guatemala es uno de los países que goza de un origen mitológico propio, lo cual la define como una cultura completamente a parte de otras que se han definido bajo el mismo mito de origen, esto gracias a la cultura maya, que nos heredo el Popol Vuh el libro sagrado que narra la creación del mundo y de los seres humanos, así como las aventuras de los dioses y héroes mayas3.
Eventualmente la experimentación en la producción cultural me ha llevado a la conclusión de que es posible utilizar esta profunda huella en nuestra imaginario en común para plantear ejercicios de redescubrimiento y acercamiento entre los miembros de nuestra sociedad, tarea de vital importancia en tiempos difíciles, en donde la cultura nos recuerda que podemos construir un futuro en común de la misma manera que tenemos un pasado en común, definitivamente el día que escuche por primera vez a la Llorona fue la pista para entender que escucharla todos, es lo mejor que podemos hacer para encontrarnos en un sitio en común.
1:García Canclini, N. (1990). Culturas híbridas: estrategias para entrar y salir de la modernidad. Grijalbo. 2: Lévi-Strauss, C. (1955). Tristes Tropiques. Plon. 3: Recinos, A. (1950). Popol Vuh: Las antiguas historias del Quiché. Fondo de Cultura Económica. : Hesíodo. (2008). Teogonía. Alianza Editori.