Por sus puertas entraron personalidades de la talla del poeta chileno Pablo Neruda y el expresidente de Estados Unidos Richard Nixon. Sus paredes fueron testigos de fiestas amenizadas por Domingo Bethancourt o los hermanos Hurtado y sus habitaciones fueron el hogar de miles de personas que sintieron este lugar como propio. Se trata del Hotel Modelo, el cual cerró sus puertas después de 129 años.
José Racancoj/La Prensa de Occidente/Fotos David Pinto
Noviembre 1892, fue el mes y el año en el que el Hotel Modelo, que por ese entonces era conocido como Gran San Carlos de Guatemala, abrió sus puertas. Una época en la que Quetzaltenango era una ciudad en la que el comercio estaba ya desarrollado, con edificios importantes e incluso con su propio banco.
Fue en esos días de la Xelajú de antaño, en lo que hoy es la 14 avenida A de la zona 1, cuando empezó a funcionar el Mesón Modelo, que ocupaba únicamente el área de lo que hasta hoy, era el lobby, el restaurante y bar del hotel. En 1912 se anexó un terreno al norte, que era de otro hospedaje, al unir las dos propiedades y elevar los servicios que se prestaban, nace el Hotel Modelo.
Este histórico hostal ha pasado por tres familias. Martínez era el apellido del fundador del Mesón Modelo, luego pasaría a manos de la familia Serra, que la convirtió en el Hotel Modelo. Y finalmente, en 1916, la compraría la familia Miralbés, desde entonces pasaron cuatro generaciones de esta familia al frente de dicha empresa.
“En 1916, mi bisabuelo vino con su hermano y se lo compraron al dueño que lo tenía en ese momento, desde ahí empieza la historia de nuestra familia”, comentó José Manuel del Busto Miralbés, hasta ahora administrador del hotel y cuarta generación de los Miralbés, familia conocida en Xela históricamente como «Los Pericos».
A lo largo de estos 129 años, la empresa fue evolucionando junto a la ciudad y adaptándose a las necesidades de los visitantes. En los primeros años del siglo pasado, la atención se enfocaba en personas propietarias de fincas en la región; además, empresarios que atendían temas financieros y de agroindustria también visitaban Quetzaltenango, años después se centró más en lo comercial. “Con base en esto se fueron adaptando los servicios que el hotel daba, por ejemplo, fue hasta los años 40 que se construyeron baños dentro de las habitaciones, antes las personas no tenían la costumbre de bañarse todos los días, no había necesidad tener un baño en la habitación”, comentó José Manuel.
En los años 80, cuando el hotel enfocó sus esfuerzos en el turismo, se trabajaba mucho en el destino y se ofrecían nuevos servicios, como tours en la ciudad y sus alrededores. Pero todo lo que tiene un principio tiene un fin, y así como este lugar abrió sus puertas en noviembre de 1892, en noviembre de este año las ha cerrado de manera definitiva, 129 años después.
“Con el corazón lleno de emociones, queremos compartir una decisión muy dura y que después de mucho análisis debimos tomar. El día de hoy estamos cerrando las puertas del Hotel Modelo en Quetzaltenango”, se lee en un emotivo comunicado difundido el 8 de noviembre pasado.
A un lado la nostalgia y el romanticismo
Previo a la pandemia, el Hotel Modelo tenía disponibles 22 habitaciones y capacidad para 67 huéspedes. Se enfocaba en el turismo internacional, además con alumnos de universidades, y personas de voluntariados; su operación dependía mayormente del movimiento de personas que visitaban Quetzaltenango. Sin embargo, con el coronavirus todo cambió.
El futuro del hotel se empezó a discutir en abril del año pasado, cuando se suspendieron los servicios, pues el país cerró a causa de la pandemia. Entonces “se abrió esta conversación de qué hacer en el futuro. Corrimos varios escenarios, dejamos a un lado emociones, nostalgia y romanticismos y nos enfocamos en los números, en blanco y negro”, explicó del Busto.
Se intentó reabrir con los protocolos de bioseguridad y la certificación de buenas prácticas, con 10 habitaciones y una capacidad de 25 huéspedes. Además, se retomó la atención a personas con intereses comerciales, un nicho que se había desatendido.
Pero la reactivación del destino y del mercado principal que trabajaba el hotel se veía lenta, lo cual llevó a tomar la decisión de no continuar.
“La pandemia agotó recursos y uno debe evaluar ‘cuánto más me voy a endeudar por mantener esa nostalgia, este apego al legado de la familia’, yo creo que los mismos abuelos que compraron el hotel hubieran tomado la esta decisión al ver la incertidumbre del desarrollo del destino”, señaló.
Del Busto indicó que los esfuerzos del Instituto Guatemalteco de Turismo para promocionar el destino, pese a ser priorizado, no son suficientes y agregó que existen otros factores que causan que, salir adelante en el sector turismo en Quetzaltenango, actualmente, es un reto difícil.
Las administraciones municipales por muchos años han ignorado por completo el potencial turístico del destino, relegando este tema en sus planes de gobierno y causando más burocracia cuando existen iniciativas para fortalecerlo.
A eso se suma la inseguridad en el municipio, que es un tema que le compete a Gobernación Departamental. “Siento que la falta de visión, en cuanto al potencial de turismo (de Xela) de quienes administran el destino nos tiene bastante anclados para poder despegar. Los hoteles han sido severamente golpeados y vemos a varios colegas que han tenido que cerrar sus puertas. Del Gobierno solo recibimos el Bono del Empleo, de ahí solo fuimos parte del discurso político, nunca hubo verdadero apoyo”, comentó.
Un legado incomparable
Ahora el Hotel Modelo ha cerrado, pero es parte de la historia de Xela y en sus habitaciones llegaron a hospedarse hasta un aproximado de 400 mil personas en estos 129 años, procedentes de países de los cinco continentes del planeta.
Sus puertas y paredes fueron testigos de la presencia de personajes de la talla del poeta chileno y Premio Nobel de Literatura Pablo Neruda, quien se hospedó en 1950.
También del ciclista y motociclista Nick Sanders, quien le ha dado la vuelta al mundo en motocicleta en siete ocasiones. Además, del expresidente de Estados Unidos Richard Nixon, quien almorzó en este lugar, durante su visita a Quetzaltenango.
También pisaron este recinto personajes nacionales como Domingo Bethancourt y los Hermanos Hurtado, quienes amenizaron fiestas que se realizaban en segundo nivel que da a la 14 avenida. También se recibieron a figuras como Efraín Recinos, Humberto Garavito y Rodolfo Galeotti Torres, además, de todos los poetas laureados de los Juegos Florales Hispanoamericanos.
Un lugar vinculado con las artes
La clave para que un hotel perdure por 129 años es la entrega absoluta del equipo que lo opera, atendiendo las necesidades de los clientes y garantizarles comodidad, seguridad y “que no extrañará su casa”, comentó José Manuel, quien agrega que eran un hotel de 3 estrellas, pero que brindaban un servicio que iba más allá de las 5 estrellas.
A eso se suma que el Hotel mantenía un vínculo con las artes, ofreciendo espacios para ello. “Gracias a que Zipacná de León (pintor, ceramista y promotor cultural guatemalteco) tuvo mucho que ver con esa visión de arte dentro del hotel, en honor a él, creamos los espacios de Zipacná, luego la Galería 1892, y buscamos siempre ser un espacio de arte, nos involucramos para rescatar el Certamen Arturo Martínez y en muchas cosas ligadas al arte porque creemos que es la esencia de nuestra cultura, nuestra comunidad e identidad”, apuntó del Busto, quien agradeció a los colaboradores y clientes que les permitieron hacer historia por 129 años.
Pablo Neruda se hospedó el 10 de mayo de 1950, fue cuando se inspiró y escribió:
Tiernos, tiernos, idólatras de la miel, secretarios de los astros, vencidos vencedores del más antiguo enigma. Hermoso es ver el vestido esplendor de sus aldeas, ellos se atrevieron a continuar llevando resplandecientes túnicas, bordados amarillos, calzones escarlatas, colores de la aurora.