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Discurso: «Somos Más de Quinientos Años»

Agradeciendo la invitación para participar en este evento académico que desea contribuir a elucidar el río de la historia de nuestra bien amada ciudad, en el curso de sus caudalosas olas colmadas de secretos, luces, sombras, angustias, confusiones, tragedias, heroicidades, hallazgos, noblezas, ternuras, terror, discriminaciones, violencia y amor.

Daniel Matul Morales/laprensadeoccidente.com.gt

Sensibles a los nuevos tiempos en que la transición democrática inaugurada con la promulgación de la Constitución Política de la República de Guatemala en mayo de 1985, la firma de los acuerdos de paz, especialmente el Acuerdo de Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas, y la firma de la paz firme y duradera en diciembre de 1996, han abierto mínimas condiciones para recuperar la historia desde la palabra y el sentimiento de las culturas invadidas en 1524.

Apenas frente a centurias de imposición, juicios y prejuicios históricos, el proceso democrático en construcción permite justipreciar el saber histórico que viene desde la oralidad, cuya sustancia figura un tipo de relieve que desborda los límites históricos de 500 años impuestos por la médula colonial.

En este sentido, el día de hoy, nos corresponde evocar la circulación sanguínea de los antepasados que defendieron nuestro suelo con centellantes ritmos de dignidad, unas veces en la claridad y otras en la penumbra, demostrando que frente a la tragedia fueron capaces de preservar la cultura para perdurar en el tiempo que dure la andadura del abuelo sol.

Es así como distantes de criterios de victimización y nostalgia, plenamente apegados al vigoroso talento por la vida que con cordura de orfebres escribieron los antepasados en el maravilloso Popol Vuh, evocamos con canticos de gloria a la niñez, a la juventud, a las mujeres y a los hombres, a las ilustres ancianas y a los ilustres ancianos inmolados hace cinco siglos.

Sucede que, desde la época colonial, como altavoz de la conquista, se viene alzando un tipo de discurso histórico destinado a justificar desterritorialización, deshistorización, desestructuración social y psíquica, en pretensión de ahogar idiomas, lenguas, culturas, vestimentas, visiones de mundo, vidas espirituales, ya no digamos el encubrimiento de la ocupación militar de ultramar con su cauda de muerte.

Así la concepción histórica de la conquista, más no de los hechos de la historia, se llevó a cabo por encargo de la corona, de los jefes de la conquista, de los encomenderos y de los religiosos militantes del nacional catolicismo español, hasta diseñar el modelo retórico destinado a anular el pasado cultural maya donde su contenido ético elevaba como héroes a los invasores y a los invadidos como hijos del diablo.

Vencer al demonio significaba fundar por cuenta de los buenos conquistadores un nuevo territorio anulando la antigua ciudad de She La Luj Noj, habitada en promesa de vida por innumerables familias, que en la atmósfera de la acometida pasaron a ser fantasmas procedentes del averno solo perceptibles en las encomiendas, el trabajo forzado. y la esclavitud. Sobre este argumento esta construida la ficción de fundación de Quetzaltenango.

Sucede que en circunstancia diferente y en el campo de la historia-otra, la gravitación de Quetzaltenango, rebasa los límites técnicos de su concebida fundación hace 500 años. El mismo conquistador Pedro de Alvarado, en su primera Carta de Relación dirigida a Hernán Cortez, el 11 de abril de 1524 en uno de sus párrafos dice:

“y otro día de mañana me partí para el pueblo de Quezaltenango, que estaba una legua, y con el castigo de antes le halló despoblado y no persona ninguna en él, y allí me aposentó y estuve reformándome y corriendo la tierra, que es tan grande población como Tascalteque y en las labranzas ni más ni menos y friísima en demasía, y al cabo de tres días que había que estaba allí, un jueves á medio día asomó mucha multitud de gente en muchos cabos, que según supe de ellos mismos, eran de dentro de esta Ciudad doce mil y de los pueblos comarcanos y de los demás dicen que no se pudo contar”.

Además, las llamadas crónicas indígenas, contienen valiosa información y noticias que contribuyen a considerar en amplitud la vida de nuestros pueblos antes de la conquista española, mencionamos, por ejemplo, la Historia Quiche de Don Juan de Torres, el Título de la Casa de Ixcuin Nehaib Señora del Territorio de Otzoya, el Título de los Señores Coyoy, cuya lucidez traza con agudeza su historia y documenta sus derechos sobre las tierras ancestrales en plena relación con el Popol Vuh.

En perspectiva de gestar con mayor prontitud la investigación arqueológica, seguramente la autoorganización de los iniciales grupos humanos emergentes en las tierras de Xelajú, alcanzarían por lo menos entre ocho mil o siete mil años antes de nuestra era.

En la zona 5 de la ciudad, hace doce años se hallaron restos fósiles de un gliptodonte de más de un metro y medio de altura, y si a eso le agregamos las puntas de flecha de obsidiana encontradas en la localidad, arribaríamos a la conclusión que grandes grupos humanos llevaron a cabo aquí en este bendito lugar su evolución de nómadas a sedentarios.

Pero además, podemos mencionar que en el inicio de la cuesta de la 12 avenida de la zona 1, que enrumba hacia el norte, arqueólogos acertaron con cerámica maya-mam y maya-kiché, que probablemente señalen el 900 y 400 de nuestra era, respectivamente. Tampoco podemos dejar de referirnos que es un secreto a voces que el subsuelo del parque central constituye rico yacimiento arqueológico.

Probablemente la ciudad y sus habitantes nos encontremos asentados sobre asombrosa enciclopedia misteriosa, artística, espiritual, estética, mitológica, científica. Algún día las generaciones venideras tendrán la oportunidad de penetrar a esta academia del misterio, que guarda el corazón de la Madre Tierra

Seguramente, una inédita reflexión de reconciliación con la historia, nos permitirá reconocer que somos más de 500 años y que, en la memoria colectiva se encuentra depositada la historia milenaria entretejida en el tiempo del  pueblo originario y también en pueblo originado, solamente en el ejerció del más alto humanismo podremos comprender la sociedad en que vivimos, sus contradicciones y su tendencia histórica, siempre volviendo la vista a su origen primordial y a la paz de la naciones.

Como bien lo escribieron los nobles abuelos mayas cuando resonaron desde el pulso de sus cuerdas bucales “Bóveda de cielo, superficie de la tierra, los cuatro rincones, los cuatro puntos cardinales ¡Que solo haya paz y tranquilidad ante tu boca, en tu presencia, oh Dios!”

Somos más de 500 años.                                                                                     Gracias.                                                                                                                    She Lajuj Noj, 15 de mayo de 2024.

Cual fénix resurgiendo de las cenizas, así fue la liberación de Virginia Laparra

 

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